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El presidente Mujica y la preparación de un ‘canuto’

La Legalización de la Marihuana por Mujica:
Herramienta de Paz y Entendimiento

La religión ja-ja-ja
La supresión histórica de la experiencia extática
La revolución enteogénica
Superando los egos políticos

Los mitos Indo-Iraníes cuentan como el dios Indra, en la Rigveda, y el dios Sraosa, en el texto sagrado del Avesta, combaten exitosamente al Dragón, gracias a la divina ayuda de un brebaje embriagante, preparado con alguna hierba alteradora de la conciencia, probablemente la marihuana. La fuerza destructora de sus brebajes exaltantes que ayudaron a los dioses en aquellos tiempos a vencer la “Bestia del Mal”, es la misma fuerza con que la marihuana destruye la propaganda consumista y desenmascara la mentira de la retórica prohibicionista contemporánea.

La religión ja-ja-ja
La marihuana - a diferencia de los productos a base de coca que refuerzan el ego y la autoestima individual, o los productos a base de opio que inducen a un desapego feliz del mundo exterior - tiene la cualidad peculiar de disminuir el ego del consumidor, por lo que él o ella queda más en armonía con el mundo a su alrededor. Lo llamamos a este estado "high", ya que en esta experiencia aflojamos los lazos que nos mantienen atados al pensamiento cotidiano normal y nos elevamos por encima de ello. En términos psicológicos, se habla de un estado de éxtasis de la mente. Filón de Alejandría lo describe teológicamente: "Al entrar el Espíritu Santo, la mente deja su casa, porque cuando el Espíritu Santo entra no hay lugar para los dos”. Ahora bien, esta salida de la mente puede ser suave o abrumadora, pero en el proceso nos relacionamos de una manera nueva con los demás, así como a nosotros mismos. Nos vemos a nosotros mismos de una manera diferente, lo que nos lleva a menudo el reírnos. Este es el efecto ja-ja-ja que Herodoto ha mencionado ya hace 2000 años atras. Porque no sólo aflojamos los lazos que nos unen al mundo, sino que volvemos también a atarlos, y esta re-vinculación es re-ligare, la religión más antigua de la humanidad. Por supuesto, hay un momento de confusión cuando nuestra mente - nuestro ego - se está desmoronando. Para algunas personas esto puede ser una experiencia aterradora. Sin embargo, una vez que esta limpieza de la casa ha seguido su curso psicológico, se produce un sentimiento de paz extrema con el mundo. Entonces poco a poco la mente vuelve a trabajar, todavía bajo la influencia del momento de alegría experimentado. Es un momento de reinterpretación de las ideas y valores a la luz de la comunión extática, un momento de iluminación que ha despertado las mentes de la humanidad desde tiempos chamánicos.

La supresión histórica de la experiencia extática
En aquellos tiempos los miembros de bandas que se dedicaban a la caza y la pesca vivían en estrecho contacto entre sí y con la naturaleza, estimulados por sesiones extáticas de las cuales todos los miembros de la banda participaban. Una vez que el hombre se asentó a dedicarse a la agricultura y a la ganadería, comenzó la acumulación de riquezas, acompañado por un creciente individualismo e intereses particulares, en detrimento de la sociedad en su conjunto. Este proceso ocurrió en el mundo entero. Lo encontramos en la historia de la nación judía - siglo sexto antes de Cristo - cuando el sacerdote Ezequiel notificó a su pueblo que su dios Iahvé desde ahora los haría a todos individualmente responsables de sus actos, y cuando un sacerdote anónimo puso estas terribles palabras en la boca de Iahvé: " Del árbol del conocimiento del bien y del mal, no comerás de él: porque el día que de él comieres, ciertamente morirás". A partir de ese momento el conocimiento no se le permitiría llegar nunca más por medio del uso extático de las plantas divinas de la naturaleza, sino solamente por la autoridad oficial, portavoz de los grupos de intereses especiales detentores del poder. Los profetas, que hasta entonces habían encontrado respuestas a los problemas de la nación en comunión extática - al igual que sus antepasados ​​chamanes, fueron marginalizándose en sectas esotéricas. Sostenían que puesto que la justicia y la rectitud se habían hecho inalcanzables en este mundo, el justo y el recto sólo podrían ser recompensados ​​en la vida después de la muerte. Los nuevos líderes extáticos surgieron a la margen de la sociedad, como la secta de los esenios, que tenían una "bebida de conocimiento" para los iniciados, y un siglo más tarde, cuando leemos en 4 Esdras sobre el personaje principal que come hierbas con el fin de poder recibir un mensaje de un ángel. Fue en este ambiente que se originó la historia de Jesús, un hombre que enseñó a olvidarse de sí mismo y a abrazar al prójimo, porque de esa manera las puertas del cielo se abrirían para uno. Exactamente el mismo mensaje que la high de marihuana ofrece a sus consumidores. La reformulación del mensaje de Jesús por los sacerdotes de Roma - de una fe en tiempos mejores, pero sólo después de la muerte - condujo a una campaña no-tan-cristiana de control mental al final de la Edad Media, cuando el nacimiento del individualismo europeo iba de la mano con la quema en la hoguera de todos los que se atrevieron a participar de comuniones extáticas nocturnas, infamemente tildado de “Sábado Negro”.

Hoy en día el individualismo y la glorificación de la acumulación individual de riqueza material han llegado a proporciones espeluznantes. Los capitanes de la economía todos participan de la avalancha de propaganda para mantener a una población alienada adicta al mito del consumo, con la promesa de un mañana mejor con mayor consumo, a fin de continuar su acumulación de riquezas. Este sueño de la riqueza personal ilimitada impide darse cuenta de que el mundo se está convirtiendo en un gran basural y niega la realidad existencial que las relaciones comunitarias e interpersonales son más esenciales para el bienestar de la humanidad que la identificación con los objetos materiales. Es esta putrefacción de nuestra civilización que lleva a la gente - y especialmente a los jóvenes - a abrazar las sustancias que alteran la mente, sobre todo la marihuana. Las autoridades afirman que la marihuana es un veneno que hay que evitar a toda costa. Pero el veneno es la cultura que hemos creado, y la marihuana es el antídoto de la naturaleza, un medio para escapar de la alienación consumista y experimentar el espíritu de comunidad.

La revolución enteogénica
A finales de la década de 1970 un grupo de académicos ha querido expresar esta nueva comprensión de la función religiosa de sustancias alteradoras de la mente y acuñó el término enteógeno, un sustantivo que define los vegetales y otros productos que abren la mente hasta el punto de que el espíritu, la fuerza divina dentro de nosotros, puede ponerse de manifiesto. Cuando decimos que lo divino se manifiesta en nosotros, estamos hablando de la revelación de los sentimientos más nobles que llegan a la superficie en el momento del high enteogenico. El profeta extático de Israel imaginó su dios apoderándose de él desde algún lugar más allá de las nubes, utilizando su persona para dar a la nación su ley divina y amonestarla cuando no obedecía . Nosotros sostenemos que el high inducido por enteógenos nos revela el código de conducta apropiada que la humanidad tiene escrito en sus genes y que ha reinterpretado en todos los momentos críticos de su existencia. Este código no es una entidad monolítica que se transmite inmutablemente a lo largo de la evolución de los genes humanos. Debe ser visto como el producto de un proceso dinámico entre la necesidad física de supervivencia de uno mismo, la familia y la raza, y su adaptación a las necesidades culturales de cada momento de la historia; es la creación del " instinto moral" de cooperación. Es su supresión de este instinto que en los últimos milenios ha permitido al individualismo desenfrenado de colonizar y abusar del mundo material para el disfrute de un miope gozo privado. Esta manía material ha cautivado a un gran segmento de la sociedad contemporánea, y ha llegado a denunciar las propuestas para políticas sociales y más respetuosas con el medio ambiente como "socialista", sugiriendo que el deseo de comunidad es una suerte de aberración cívica.
La religión enteogénica es un ritual personal e íntimo en el que lo divino en el hombre se revela de una manera que es única para cada persona. Visto desde una perspectiva histórica la experiencia enteogénica contemporánea es una revolución religiosa. Acabo la obligación de tener que aceptar una creencia impuesta para poder disfrutar de una vida espiritual que al final no ofrece nada más que una muleta mental, un sustituto de la verdadera experiencia espiritual. La revolución enteogénica combate el colonialismo mental, el sistema de control de la mente absoluta que ha funcionado durante miles de años a través de las religiones oficialmente aceptadas y la propaganda del Estado. La revolución enteogénica proclama por fin la llegad de la era de la libertad religiosa, en la que cada persona tiene el derecho a vivir su propia espiritualidad. Parafraseando al estadista canadiense Pierre Trudeau podríamos decir que "no hay lugar para el Estado en la vida espiritual de la nación”.  Por supuesto, el Estado tiene el derecho y la obligación para guiar las mentes de sus ciudadanos, pero al momento en el que sus ciudadanos - incluso si habría un solo – sienten la necesidad de ir más allá de las estructuras mentales que el Estado y la sociedad en general utilizan todos los días, se debe de permitir que disfruten de las posibilidades que ofrece la naturaleza para encontrar en sus almas las respuestas que la ideología oficial no ha sido capaz de proporcionar.

Superando los egos políticos
Pero no hemos llegado todavía a esa libertad religiosa. A pesar de que los consumidores de todo el mundo se han organizado para oponerse a la criminalización de una u otra sustancia que altera la mente y defender sus usos beneficiosos, la autoridad política sigue apostando por la erradicación de todas esas sustancias y el castigo de sus usuarios y especialmente a aquellos que las proporcionan sin haber obtenido la sanción adecuada. Apuntan a la universalmente suscrita creencia que estas sustancias son malas para el consumo humano. Eso es verdad en cuanto su uso indebido es perjudicial para la salud de una persona, pero sólo en la medida que cualquier alimento o bebida mal usado puede dañar el bienestar físico y mental. Por otro lado hay también la percepción generalizada de los usuarios de drogas como perezosos, asociales e inclinados a la acción criminal, sin diferenciar entre los fumadores de marihuana, heroinómanos, masticadores de coca o esnifadores de cocaína-crack, o teniendo en cuenta el hecho de que los usuarios pobres de heroína son tan propensos a tomar dinero ajeno como bosquimanos hambrientos han de tomar la cabra de un granjero. Los políticos aprovechan estas ideas estereotipadas y el miedo que generan para proponer las más duras medidas, con la promesa de tolerancia cero y un fin a la plaga de las drogas. Como si la necesidad existencial de una sociedad comunitaria y justa sanaría tras las rejas de una prisión, o el alma dejaría de reclamar por librarse del yugo de una mente enajenada.

Por la naturaleza de su función los líderes gubernamentales toman conciencia de la umbría de la prohibición de drogas y del peligro relativo de muchos productos en la lista de sustancias controladas. A muchos de ellos les gustaría poner en práctica una política de drogas más humana y respetuosa de sus usuarios, pero temen por su supervivencia política. Algunos han intentado y se han visto obligados a desistir. Sólo después de retirarse de sus cargos algunos de ellos han estado dispuestos a salir a favor de un cambio radical. Hasta ahora, sólo uno de los líderes de gobierno en función ha tenido éxito en desafiar la prohibición: José Mujica, presidente de Uruguay. José Mujica dijo alguna vez que él ha estado buscando a Dios, pero que todavía no lo ha encontrado. Al legalizar la marihuana y abrir las puertas de la felicidad espiritual a los jóvenes, él no puede haber encontrado al dios que buscaba, pero sin duda ha seguido los pasos de Jesus cuando dijo "Dejad que los niños vengan a mí, y no les impidáis de venir a mí; porque de los tales es el Reino de los cielos!" Ciertamente deseamos que la postura de Mujica contra la prohibición de la marihuana por la ONU, marque una nueva era en un mundo dividido. Más allá de superar el antagonismo entre desafiantes consumidores de marihuana y la sociedad prohibicionista, la aceptación de este consumo por la sociedad y el desarrollo simultáneo de la comprensión de su uso como una medicina natural históricamente utilizado para la liberación espiritual, podría iniciar un proceso cicatrizante para un mundo muy confundido y profundamente dividido sobre su herencia religiosa.