Kenosis, o el vaciamiento de la mente
Con el impacto del cannabis en el cerebro, la alteración o el vaciamiento de la mente - Kenosis lo llamaban los antiguos griegos - puede tomar diferentes formas. Puede ser experimentado como una ligera incomodidad cerebral acompañada de un momento de leve desorientación, seguido de sentimientos de satisfacción y felicidad que dan lugar a una actividad mental intensa para dar sentido a lo que parece visto como nunca antes.
Por otro lado, se puede experimentar como una pérdida completa de la mente, como una pizarra borrada, dejando a la persona estupefacto, preguntándose qué está pasando. Como que son estas luces siempre más grandes, antes de darse cuenta de que se hacen más grandes porque se acercan y resultan ser los faros de coches.
O las letras en el frente de un edificio, que todos parecen diseños maravillosos hechos para decoración, hasta que de repente se vuelve claro que forman una palabra que dice 'tienda de noche'.
La necesidad de darle sentido a lo percibido forzó a la mente a regresar. Pero inmediatamente después dentro de la tienda, una pequeña caja con letras coloridas lleva de nuevo a alturas desconocidas de alegría estética, antes de que la mente regresa e informa que se trata de una caja que contiene un tubo de pasta de dientes. ¡Maravilloso!
Cualquiera sea la intensidad del vaciamiento mental, con su desaparición dejamos de ver el mundo y las personas que nos rodean desde detrás anteojeras y podemos experimentar el momento sin la interferencia de nuestro ego molestoso. Cuando ese ego ha desaparecido y nos perdemos en el mundo que nos rodea y en los demás en nuestra presencia, nos volvemos uno con el mundo. Dicho en terminología mitológica: entramos en el cielo. Los usuarios de marihuana normalmente solo entran en el primer o segundo cielo, estados de euforia que se caracterizan por muchas risas.
Cuando eso sucede, uno sabe que la mente está regresando y reflexionando sobre el momento espiritual que acaba de experimentar, tratando de capturarlo con palabras mientras se aleja. Luego, cuando la mente se vacía de nuevo, regresa el sentimiento de pertenencia total, nuevamente seguido de un feliz resurgimiento de la mente. Todo se ve de nuevo, con brillo, rejuvenecido, una y otra vez, hasta que el efecto estimulante de la hierba ha seguido su curso y un estremecimiento final indica que la mente autoconsciente ha tomado control nuevamente.
En un estudio reciente que informa sobre imágenes tomadas del cerebro bajo la influencia del LSD, los científicos encontraron una relajación ósea una disminución de la conectividad en el circuito de organismos cerebrales responsables del funcionamiento de la mente autoconsciente. Este hallazgo se traduce en términos psicológicos en "disolución del ego" y "significado alterado", lo que implica la importancia de este circuito particular para el mantenimiento del "yo" o "ego" y su procesamiento del "significado". ¹ Con estas imágenes del cerebro, nuestros científicos contemporáneos han podido ilustrar gráficamente el auto vaciamiento de la mente que los griegos ya habían reconocido mentalmente hace miles de años. Aunque la experiencia de la marihuana no es tan autovacíante como la del LSD, las imágenes de la experiencia del LSD confirman lo que los consumidores de marihuana siempre experimentaron en la alta marihuana.
Además, hay otro aspecto de la experiencia cannábica que se ilustra con el experimento del LSD. Los investigadores encontraron que el aumento del flujo sanguíneo cerebral influyó en el "procesamiento visual en el estado psicodélico" ². Si bien bajo la influencia de la marihuana, este aumento en el flujo sanguíneo normalmente no será de "calidad alucinatoria", ello otorga sin duda al consumidor de cannabis una visión intensificada, lo que da como resultado la brillante calidad de lo que se percibe, algo que ya fue descrito con el término "melammu" por los antiguos mesopotámicos al comienzo de la civilización.
Con esta comprensión de la espiritualidad de la experiencia cannábica podemos yuxtaponerla con la doctrina cristiana del siglo veinte con respecto a la experiencia del auto-vaciamiento. Nuestro interés en la visión cristiana sobre este tema proviene del hecho de que informa la ideología que subyace a la prohibición. Lo afirma con más fuerza el teólogo Paul Tillich, quien dominó la teología protestante en los Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX. Para Tillich:
"La presencia espiritual crea un éxtasis ... que impulsa el espíritu del hombre más allá de sí mismo, sin destruir su estructura esencial, es decir, racional. El éxtasis no destruye el centro del yo integrado. Si lo hiciera, la posesión demoníaca reemplazaría a la presencia creativa del Espíritu".³
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Para Tillich, la estructura racional del espíritu, que en el lenguaje ordinario llamamos "mente", debe permanecer intacta para que haya una experiencia espiritual genuina. Si la mente desaparece, de acuerdo con esta forma sistemática de alcanzar a su dios, entonces no es el espíritu el que se manifiesta sino el diablo. Para no dejar lugar a dudas, Tillich especifica que:
"La intoxicación es un intento de escapar de la dimensión del espíritu con su carga de centralismo personal y responsabilidad y racionalidad cultural ... Su principal característica distintiva es que carece de productividad espiritual y creatividad espiritual ... Hace del yo un vacío.” ⁴
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Aquí nos gusta recordarle al lector que la "Presencia Espiritual" inducida por el cannabis, como Tillich le gusta llamarla, nos ayuda a aceptar la carga que la racionalidad cultural nos impone, y lejos de querer escapar de nosotros mismos, la experiencia nos inspira a continuar felizmente. En cuanto a que el yo se convierta en un vacío, eso es cierto en el momento que se vive la felicidad extática. Tenemos el ejemplo del apóstol Pablo, a quien le llevó tres días para recuperar la cordura. El vacío tiene que ocurrir para que la mente pueda volver para ser iluminada. Sin kenosis no hay experiencia espiritual; de ahí que el teólogo está expresando lo que cree que le está diciendo su dios, pero ese dios está desprovisto del espíritu, es una mera construcción mental, no destinada a vaciar el ego del participante, sino a fortalecer su identidad religiosa. La presencia espiritual de Tillich, en vez de acercar a la persona a sus semejantes y al mundo circundante, la aleja más y elimina la posibilidad de disfrutar de una experiencia espiritual viva.
Basado en las nociones sistemáticas de Tillich para el logro de la iluminación espiritual, nociones que "la iglesia puede emplear para 'juzgar al Espíritu'" ⁵, no es de extrañar que en nombre de los ideales más elevados se estén cometiendo los crímenes más atroces para erradicar "la perversión de la embriaguez". El “juzgar” de la práctica diabólica de la intoxicación y la persecución de sus practicantes en las calles de Manilla, no son más que dos manos en una misma barriga.
¹ Neural correlates of the LSD experience revealed by
multimodal neuroimaging, p 1
² Ibid, p 1
³ Tillich, Paul, Systematic Theology, Vol.III, p 112
⁴ Ibid, p 119
⁵ Ibid, p 120 |