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La peregrinación Wixarika anual en busca de la vida. Foto de Desinformemos.org

Cuando hoy en día hablamos de la búsqueda de vida, pensamos casi automáticamente a la búsqueda de vida en el espacio, buscando seres extraterrestres o condiciones de vida que permitirán a algunos de dejar un día este planeta condenado, para comenzar de nuevo, en un lugar más adecuado.
Esa búsqueda está muy alejada de la búsqueda de vida que los peregrinos huicholes emprenden cada año cuando se reúnen con sus dioses, en un espacio más allá de su mente, lleno de respuestas para los problemas de la vida que los médicos son incapaces de curar. Una vez que han encontrado su vida, regresan felices a las duras condiciones de subsistencia que les esperan, arriba en la Sierra Madre Occidental en México, contentos con el apoyo espiritual obtenido en el encuentro divino en la cima del Cerro Quemado.

Para las personas que no creen en un dios y ni siquiera quieren oír hablar de un dios, o para aquellos que saben con certeza que su dios es el único dios verdadero y que todos los demás son solo ídolos, vale la pena saber que, en su peregrinaje a la montaña, cada participante Huichol se prepara mentalmente para un encuentro con una entidad divina específica. Eso puede ser un antepasado, pero también puede ser uno de los personajes idealizados de la cultura huichol, como nuestra madre Tatéi Yurianaka, o el abuelo fuego, Tatewari, el dios del fuego, quién fue el primer chamán Wixarika, lo que Moisés fue para las doce tribus de Israel. Cada peregrino se prepara por adelantado para el encuentro con lo que podríamos llamar su ángel guardián. Si la elección de la entidad se ha realizado juiciosamente, entonces es muy posible que se realice una reunión. Este no es el lugar para entrar en detalles sobre la mecánica de estos encuentros divinos, solo para reconocer que funcionan. Una vez que el participante ha entrado en un estado de éxtasis y a medida que pierde la guía de su yo consciente - lo que a menudo llamamos el ego - solo queda el corazón para indicar qué camino tomar, qué imágenes aparecerán, qué ideas fluirán. En este momento de soberanía del corazón, sentimientos e ideales suprimidos se visualizan y se proyectan momentáneamente en la realidad. No hay ninguna magia involucrada, estas son solo proyecciones imaginarias de un corazón suelto. Como dicen los Wixarika, "uno se convierte en dios". Ese es otro dios que aquel que prefieres olvidar para siempre o para quien estás dispuesto a matar. Es la imagen de la persona ideal atesorada en el interior, una que todos llevamos probablemente adentro, pero que la mayoría de nosotros nunca llegaremos a conocer.

Para hacer sentido de la búsqueda de la vida de los Wixarika, se nos recuerda que, en la cuna de nuestra civilización, una de las primeras historias escritas también trató el tema de la vida ofrecido por un dios a un hombre que rechazó ese regalo divino y que otra historia contaba sobre un hombre en búsqueda de vida que regresó a casa con las manos vacías porque le fue negado.
En el tercer milenio, la historia sumeria de Adapa, este sirviente del dios del comercio Enki, cuenta como Adapa fue engañado por su señor para que cometiera un sacrílego y por lo tanto fue convocado para explicarse por su transgresión al dios supremo Anu, el dios del cielo. Como era la costumbre de hospedaje en aquellos días, al llegar a las puertas del cielo, Anu le ofreció a Adapa aceite para untar y una nueva pieza de ropa. Después de que Adapa se ungió y se vistió, Anu le ofreció alimento de vida y agua de vida, pero Adapa se negó a ambos. Anu se rio y le preguntó a Adapa por qué había rehusado la comida y el agua, lo que le habría dado vida. Adapa le respondió que su señor, Enki, le había dicho que no comiera ni bebiera porque seguramente moriría. En ese momento, Anu se enojó y ordenó que Adapa fuera enviado de vuelta a su 'inframundo'.

La segunda historia es la versión babilónica estándar del Poema de Gilgamesh. Si en una versión anterior de la historia Gilgamesh había ido en busca de vida, en esta última versión busca vida inmortal, temerosa de la muerte después de que murió su amigo Enkidu. Ayudado por el dios del sol Shamash, Gilgamesh puede cruzar el mar al fin del mundo y llega a la orilla donde vive el inmortal Utanapishtim. Utanapishtim pone a Gilgamesh a prueba: debe permanecer despierto siete días y siete noches antes de que los dioses puedan ser llamados para otorgarle el don de la inmortalidad. Gilgamesh aún no se había sentado para comenzar su vigilia, o se sumía en un profundo sueño del cual solo se despertaba después de siete días. Al darse cuenta de que todo está perdido, se lamenta a sí mismo, recordando que, en su cámara, la muerte le espera. Es el momento en que Utanapishtim se vuelve hacia el barquero:

 
[Dijo] Utanapishti a [él], al barquero Ur-shanabi:
[¡Pueda] el muelle [rechazarte], Ur-shanabi, y tu barco desdeñarte!
¡Tú que solías caminar por esta orilla, seas desterrado de ella ahora! ¹
 

Después de haber recibido el aviso de no volver nunca, se ordena al barquero que devuelva a Gilgamesh al mundo de los mortales. Este es el momento simbólico - con una tremenda repercusión histórica - donde se cortan los vínculos entre los mundos humano y divino. Por compasión, Utanapishtim le da a Gilgamesh el secreto sobre una planta de rejuvenecimiento que puede llevar de regalo a casa. En su camino de regreso, Gilgamesh es capaz de encontrar la planta, pero mientras se refresca con un chapuzón en el agua, una serpiente se quita con la planta, desprendiendo su piel mientras se escurría, dejándonos la prueba de la autenticidad de la propiedad de rejuvenecimiento de la planta. Gilgamesh regresa con las manos vacías a su reino, la ciudad de Uruk, sobrio y consciente de que el reino de los dioses es para los soñadores y que para el hombre los límites de su mundo son las murallas de la ciudad: la civilización. Es una historia grandiosa, aparentemente una declaración sobre el comportamiento irresponsable de los jóvenes y la necesidad de aceptar las realidades ineludibles de la vida.
Pero luego, para consternación de los estudiosos y perturbando la armonía perfecta de la historia de las once tabletas, se había añadido una duodécima tableta a las once anteriores. Esta tableta trato de las condiciones en el inframundo según contado por Enkidu, el amigo difunto de Gilgamesh, quien se presentó para la ocasión a través de una grieta en el suelo. ¿Qué pensar de esto, ya que esta última tableta no parecía pertenecer en absoluto al tema de moral cívico del poema? ²

 
Gilgamesh llorando Enkidu, por Ludmila Zeman

En la historia de Adapa, el personaje principal es engañado por su maestro, el dios del comercio, pare que aprenda nunca más querer ir al cielo en busqueda de la vida. En el Poema de Gilgamesh, el héroe es ridiculizado haciéndole buscar en vano la inmortalidad. Como si la humillación sufrida no fuera suficiente para transmitir el mensaje, Gilgamesh se deja engañar con la planta del rejuvenecimiento, la misma que le hubiera dado la inmortalidad. Para complementar la burla del rey, al autor le hace perder la planta sin que el rey se dé cuenta de lo que perdió. Con este el camino al cielo está definitivamente cerrado.
Lo que estas dos historias dejan claro es que la civilización comienza con el cierre del cielo. Mientras las personas podrían ir al cielo y hablar con sus dioses, es decir dejar su ego morir para entrar en un espacio más allá de los muros de la ciudad y la ley de su rey, ellas tenían la posibilidad de anclar su personalidad en esta experiencia supramental. Dicho de otra forma, ellas encontraban su vida, su propia vida, dada por su dios, el gobernante de su más allá. Arrojado del cielo y la compañía de los dioses perdida para siempre, la humanidad fue aprisionada entre las paredes de la ciudad, incapaz de liberarse de la racionalidad de la civilización y del engaño de sus dioses embusteros.
Mirando las tribulaciones épicas de Gilgamesh de esta manera, nos damos cuenta de que debajo de su glorificación de la civilización y la necesidad de aceptar su dominio como supremo, la historia está destinada a justificar el horrendo crimen de alienar a la gente de su ser interior para el bien de una obediencia incustionable a la ley real. El rey logró cortar las anclas de sus súbditos en el mundo divino, y puso sus súbditos a la deriva, completamente dependientes de su palabra. Les arrebató la vida a sus súbditos y para compensar esa pérdida y hacerla más llevadera, ofrece mediante las informaciones del difunto Enkidu, las posibilidades de obtener una vida futura placentera, como final feliz de este cuento trágico.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La familia Ramírez, felizmente reunida en lo alto de la Sierra Madre Occidental de México, después del regreso de los familiares que hicieron la peregrinación anual a Wirikuta, a unos 500 kilómetros al este en el desierto de Chihuahua. Allí cazaron venados, que es el peyote, porque el venado y el peyote son uno y el mismo. Único entre los pueblos del mundo, los Huicholes - Wixarika, se llaman a sí mismos - han mantenido a través de los rituales del peyote hasta el día de hoy el contacto con su ser interior. Con la muerte de sus egos en la experiencia extática por medio del peyote, ellos trascienden sus mentes y entran en un espacio donde recrean sus propios dioses. Esto es nierika, la visión trascendental, un estado en el que los sentidos invocan imágenes de sus ancestros y sus dioses. Pasan la noche hablando con ellos, como en una visita familiar. Después de haber muerto son estos encuentros divinos del estado nierika que les dan la vida. A través de toda la sabiduría ancestral obtenida en el encuentro, se anima a los huicholes a vivir de acuerdo con sus tradiciones y en simbiosis con la naturaleza, sus antepasados ​​y sus dioses.
 

Desilusionado Gilgamesh fue negado a quedarse más allá del mundo, donde había esperado encontrar respuestas para su miedo existencial a la muerte. Ningún dios le dio su vida, y desde ese momento fatal, solo la muerte espera, para él y la humanidad entera. Esa es la razón por la cual Sin leqe Unninni, autor del poema del siglo XIII AC, agregó la duodécima tableta. Esta tableta brinda a los lectores la oportunidad de familiarizarse con el más allá y muestra cómo tomar las precauciones necesarias, tal como se estipula en esta última parte de la historia. No es coincidencia que un sacerdote del dios de la luna Sin haya escrito esta historia épica, ya que los sacerdotes de Sin se ocuparon de todos los servicios mortuorios que, según la última tableta, se supone que los familiares sobrevivientes deben realizar para el bienestar de sus seres queridos al otro lado de la muerte, así como también un seguro personal para su propia recepción de bienvenida en el inframundo.

Con la conquista europea del mundo, las murallas de la ciudad dejaron de ser el único punto de referencia y el gobierno del rey se convirtió en una opción entre otras. Pero fue en el reino del espíritu que se produjo el mayor cambio: las puertas del cielo se abrieron de nuevo. María, como los mexicanos bautizaron con acierto la marihuana, se encontró sentada a la entrada, dando la bienvenida a quien quisiera entrar. A mediados del siglo XIX, el poeta francés Charles Baudelaire, miembro del Club Parisiense Les Haschischins, todavía creía que la costumbre era una privación moral, que conducía a Paraísos Artificiales. Atacando a los adeptos al hachís que él escribió:

 

"La magia los engaña y los ilumina con una falsa felicidad y una luz falsa, mientras nosotros, poetas y filósofos, hemos regenerado nuestra alma a través del continuo trabajo y la contemplación, a través de la aplicación diligente de nuestra voluntad y nuestras inquebrantables intenciones nobles, hemos creado para nuestro uso un jardín de verdadera belleza. Confiando en la palabra que dice que la fe mueve montañas, ¡hemos logrado el único milagro por el cual Dios nos ha concedido la licencia!

 

La decadencia por la que se conocía a Baudelaire completamente confunde su experiencia del haschisch y su análisis del producto. Debido a su autoestima, "inquebrantable como el mármol", es incapaz de dejarse iluminar y abrazar a las personas que le rodean: esas personas ordinarias, vulgares, de cuello de goma, "nacidas para el establo". Por lo tanto, no es una sorpresa saber que era adicto al opio y debe haber proyectado sus efectos psicológicos sobre el uso de haschisch.
Al contrario, el recién fallecido poeta holandés Simon Vinkenoog celebra la planta:

 
"Se ríe y nos da valor, es naturaleza pura,
Cada momento aquí y ahora.
Lo alto, ese efecto deseado, que despierta tu curiosidad.
¿De qué se trata, qué le está pasando al mundo y a la ley?
Pon tu mejor pie adelante
Y tira la mentira para siempre por la borda."⁵
 

Y el fumador de por vida de "muggles" (un término del argot americano para cigarrillos de marihuana), Louis Armstrong expresó en términos sencillos lo que todos los adeptos saben ser verdad: "Es un asistente, un amigo".

 

¹ El Poema de Gilgamesh, Tableta XI lineas 247-49 -
²
Ibid, Tableta XII - Dice Andrew George, especialista de la obra y traductor de la versión estándar:
m"La última tableta en la 'Serie de Gilgamesh', la tableta XII, no es parte del poema en absoluto, sino una
mtraducción acadia de la última parte del poema sumerio de ‘Bilgames y el Inframundo’. Se adjuntó a la épica,
m
presumiblemente porque de la relevancia del material: describe las condiciones en el Inframundo, donde
m
después de su muerte Gilgamesh presidió las sombras de los muertos ". En una edición posterior, George
m
había cambiado su opinión, señalando que un estudio más detallado lo había convencido de que la tableta XII mera, después de todo, una parte integral del trabajo de Sin leqe Unninni.

³ Healing the planet, healing themselves: Wixárika medicine transcends the personal.
mPor Tracy Barnett, IntercontinentalCry.org, mayo 2018. También
Los Ultimos Guardianes del Peyote' mde la misma editora.
Líneas finales de "El poema de Hashisch" en "Los paraísos artificiales", Charles Baudelaire, 1860. Desde
mnuestro punto de vista, el autor debería haber incluido este "poema" en el volumen "Las flores del mal", una
m
colección publicada anteriormente de su obra poética.

Simon Vinkenoog, "Go with the Blow", 2004