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La liana de Ayahuasca con inserciones de sus semillas, sus flores y una plánta de semillero.
 

La ayahuasca es un alimento de la vida por excelencia.
Proporciona a los pueblos indígenas de la Amazonia el conocimiento para cuidar su entorno natural y salvar el bosque más grande del planeta para la supervivencia de la humanidad.
Al igual que el cannabis, los hongos psicodélicos, la iboga, el peyote y otros enteógenos, permite que el conocimiento intuitivo del corazón se manifieste en el cerebro. Hace que la mente sea consciente de sus propias mentiras, así como de las mentiras de quienes planean alejar a las personas de esta fuente de conocimiento, con el fin de obtener un mejor control sobre sus mentes.

Este amordazamiento del espíritu interior es la historia de la prohibición de las sustancias enteógenas, que no solo ha resultado en la alienación de los humanos de su propia naturaleza, sino también de su entorno natural.
Desde el inicio de este proceso a comienzos de los tiempos civilizados, los consumidores de estas sustancias han sido marginados, categorizados como malhechores, brujos a los que se debe condenar a muerte. Hoy en día, este proceso se denomina otrorización, término utilizado para describir la justificación ideológica de la exclusión social de individuos y grupos que amenazan el orden establecido con ideas políticamente indeseables.

Hace dos mil años, la civilización occidental vivió un momento de despertar gnóstico, una rebelión contra esta otrorización genocida. Hemos llegado a conocer la versión cristiana de este movimiento por su mensaje revolucionario, ya que proclamaba que el otro no es el malhechor que atrae a las personas hacia su perdición. Al contrario, al olvidarse de uno mismo, se mostraba que el otro era la puerta de entrada a la felicidad y la dicha celestial.

Este mensaje de liberación espiritual fue, por supuesto, brutalmente combatido por los gobernantes de la época, empezando por el emperador romano y los obispos de la incipiente Iglesia Católica Romana. Sólo cuando el mensaje de liberación en esta vida se hubo cambiado por uno de salvación después de la muerte, el cristianismo pudo convertirse en la ideología dominante del imperio.Es que los súbditos de los gobernantes, sean reyes o presidentes, no deben deleitarse en un abrazo de lo divino interior. El pueblo debe inclinar la cabeza y las rodillas en señal de sumisión y aguzar el oído para escuchar mejor la voz del palacio. La voz divina no debe conocerse en vida, sólo el gobernante goza de ese privilegio.
Es la esencia de la Ideología Real.

Respaldadas por la cruz, las naciones europeas navegantes se lanzaron por todo el mundo para hacer que sus comerciantes y saqueadores se sintieran seguros y hacer que la población mundial inclinara la cabeza ante aquel que podía liberarlos de su subyugación, en la muerte. Aquellos que todavía se adherirían a sus propios dioses serían relegados. En las colonias africanas y americanas, la relegación significaba la destrucción física de los súbditos rebeldes. En El Oriente, a menudo significaba verse obligado a consumir opio, una forma insidiosa inventada por los amos coloniales para drogar a sus súbditos conquistados hasta el olvido. Serviría como modelo para la Guerra contra las Drogas del siglo XX, un nombre inapropiado para la Guerra por las Drogas que tiene como objetivo obtener el control mundial de los mercados de sustancias que alteran la mente.

Tras los horrores de la Segunda Guerra Mundial y en respuesta a los ataques barbaros contra Vietnam, Laos y Camboya, ciudadanos por el mundo entero se rebelaron contra las políticas exterminadoras de los Estados Unidos y sus aliados. Al igual que los cristianos y otros gnósticos de épocas pasadas, los jóvenes rebeldes buscaron el sentido de la vida en la pérdida de la conciencia de sí mismos causada por los efectos del cannabis en el cerebro. Rechazaron la narrativa predominante de opresión y destrucción. Contra la otrorización exterminadora de las élites, los jóvenes consumidores de cannabis se acercaron a los otros, sus hermanos, y pidieron para “¡dar una oportunidad a la paz!”.

En las siguientes páginas revisamos la historia de la prohibición, la trama de mentiras tejida para ocultar la fuente de la verdad en el corazón. Luego mostramos la repetición del uso de mentiras en la redacción de la Convención Única de Estupefacientes de 1961. Terminamos pidiendo al Secretario General que aborde estas mentiras de la Convención Única de 1961, que han inspirado la Guerra contra las Drogas, el principal impedimento para la realización de un Pacto para el Futuro viable.

Recordando el sublime mensaje de acercamiento al otro, y en el espíritu de y protegidos por la Declaración de los Derechos Humanos que los estados miembros se han comprometido a promover y respetar, y conscientes de la necesidad de la cooperación de las Naciones Unidas para la observancia de estos derechos y libertades fundamentales, esperamos que las Naciones Unidas, bajo la guía del Secretario General Antonio Guterres, incluyan nuestra solicitud de un Objetivo de Desarrollo Sostenible adicional, el 18, para el reconocimiento de las sustancias enteogénicas y el fin de la persecución mundial de los que consumemos estas sustancias.

 

 

Drugs Peace Institute  –  Stichting, Kamer van Koophandel Utrecht, Nederland, KvK 41213130.  www.drugspeaceinstitute.orgcontact@drugspeaceinstitute.org