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Entusiasmo enteogénico de una mujer participante de la ceremonia Bwiti en el Gabón

RESPUESTA ENTEOGÉNICA A LA CUMBRE DEL FUTURO


NUESTRA ALIANZA CON LA MADRE TIERRA:
El rescate del Objetivo de Desarrollo Sostenible prohibido
“ODS 18: Acceso al Alimento de la Vida”
(versión no anotada)



Porque sólo la división puede imponer la muerte y la destrucción, la tarea es tejernos en comunidad como humanos, como hermanos, como hijos que pertenecen a la gran madre, este planeta Tierra, es decir, organizarnos porque ante la muerte decidimos vivir.
(Pronunciamiento de la V Asamblea Nacional por el Agua, la Vida y el Territorio. EZLN)

1. Introducción

La Cumbre del Futuro y la invitación olvidada a los Guardianes del Alimento de la Vida.
El llamamiento del Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, a la Cumbre del Futuro, prevista para el 20-23 de septiembre de 2024, tiene su origen en Nuestra Agenda Común, su informe a los Estados Miembros en el que se exponen ideas sobre cómo responder mejor a los desafíos actuales y futuros. El informe pide una renovación de la confianza y la solidaridad a todos los niveles e invita a un replanteamiento fundamental de nuestro orden mundial para que sea más justo y eficaz para todos. Nadie debe quedar atrás.
Los Estados Miembros de las Naciones Unidas acordaron que una cumbre centrada en la asociación abordaría la paz, las personas, el planeta y la prosperidad, como se describe en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, que se adoptó en 2015. La consecución de estos objetivos ha estado lejos de ser exitosa, y el año 2030 se acerca rápidamente. Aunque se ha invitado a una multitud de personas e instituciones a hacer oír su voz, nosotros, los consumidores del alimento de la vida, no estamos incluidos, como en 1961, en los debates sobre la Convención Única de las Naciones Unidas sobre Estupefacientes. Nuestras voces corren el riesgo de no ser escuchadas una vez más, y la historia corre el riesgo de repetirse y producir otro fracaso de consecuencias horribles, ahora ciertamente aún mayores, ya que junto a las cuestiones de derechos humanos, salud y justicia, está en juego la mera supervivencia de la naturaleza planetaria.
La declaración de 2015 de Health Poverty Action, respaldada por el Consorcio Internacional sobre Políticas de Drogas, sigue siendo válida: “La reforma de las políticas de drogas es una cuestión de desarrollo: no podemos alcanzar los ODS a menos que pongamos fin a la guerra contra las drogas”. Como ciudadanos del mundo, con derecho a nuestras creencias espirituales y a ser escuchados, deseamos participar y aportar nuestro conocimiento para poner fin a la guerra contra las drogas y al futuro de nuestro planeta.

La Mentira invita al Mal
La Convención Única de 1961 introdujo en su Preámbulo una narrativa de doble sentido que expresa preocupación por la salud y el bienestar de la humanidad, al tiempo que advierte que la adicción a los estupefacientes constituye un grave mal para los individuos y plantea importantes peligros sociales y económicos para la sociedad. Esta narrativa equipara los estupefacientes con el mal, pero también incluye implícitamente sustancias no-estupefacientes y no-adictivas que el Preámbulo omite mencionar, pero que, como se desprende de esta ceremonia de bienvenida, la Convención Única de 1961 ha invitado a entrar por la puerta trasera. Una vez dentro, el mismo régimen punitivo espera a todos los invitados, dispensado a merced del amo de la Prohibición.
Algunas de las medicinas más extraordinarias de la naturaleza fueron inmediatamente reclasificadas porque no se ajustaban a la moral de las élites gobernantes, eran poco comprendidas por la medicina moderna o se producían en mundos ancestrales fuera del alcance de los mercados occidentales. Todos los beneficios de estas medicinas aparentemente quedan fuera de los problemas de salud delineados en el Preámbulo de la Convención. Además, todas las adicciones derivadas de las drogas adictivas que reemplazan a estas medicinas prohibidas también pueden quedar sin tratamiento debido a su prohibición. De esta manera, se niega a la humanidad la homeostasis que la naturaleza ofrece.
La Convención de 1961 pretende ser superior a la naturaleza, creyendo que la libertad que la naturaleza proporciona es inferior a la libertad que la humanidad ha definido en su Declaración Universal. Se ha instalado la mentira de que esta universalidad no incluye los derechos de quienes consumen lo que históricamente se ha llamado el Alimento de la Vida. Así, mientras nos encontramos a punto de formar un nuevo acuerdo con la naturaleza y la biodiversidad en nuestra búsqueda de supervivencia, la prohibición busca dictar los términos de nuestra integración y cómo nos comunicamos con la naturaleza. En este escenario, las “plantas de los dioses”, nuestro Alimento de la Vida, quedan excluidas de este diálogo.
Desde el comienzo de la civilización, hemos olvidado el hecho básico de que la humanidad es parte de la naturaleza, no su amo celestial. Si continuamos haciendo caso omiso de la naturaleza, al final nos encontraremos también descartados, no elevados al cielo.

El Preámbulo de la Convención Única perpetúa mentiras para enmascarar políticas misantrópicas, un encubrimiento de la antigua tendencia de las élites gobernantes a destruir política y físicamente a las minorías que puedan socavar sus intereses y el orden social. El mal al que se refiere la convención parece estar inspirado por el diablo. Por lo tanto, revisemos la historia de la prohibición para encontrarnos con Adapa y todos los dioses de los escribas que nos han conducido hasta este punto.

2. La propagación de la mentira mediante el Amordazamiento del Espíritu

Plantas de los dioses, alimento y agua de vida, planta del latido del corazón y fruto del conocimiento del bien y del mal, son algunos de los nombres de las sustancias veneradas por los antiguos, pero que nuestra sociedad ha tildado de drogas malignas. Desde el comienzo de la civilización en Sumeria hasta la Convención Única de las Naciones Unidas de 1961, la mentira y el terror se han empleado una y otra vez para controlar las sustancias enteógenas y perseguir a sus consumidores. Aun así, en los rincones más remotos de la selva y en los refugios de alta montaña casi inaccesibles se puede todavía escuchar al amanecer el grito jubiloso de siempre: “¡Tengo vida!”.
Y justo el otro día, en un círculo de personas bebedoras de yagé, una joven contaba cómo la bebida le había cambiado la vida. “No”, se retractó, “me dio la vida”.

Soma y la Verdad en la Poesía Védica
Para hacernos una idea de la entrada de la Mentira en la escena de la historia, deberíamos dar un paso atrás por un momento y echar un vistazo a un libro sagrado de los hindúes del segundo milenio a. C., el Rig-Veda: “En Alabanza del Conocimiento”. Sus himnos cuentan una historia, intercalada con exclamaciones alegres, sobre la bebida que eleva para revelar la sabiduría y la verdad, y dar vida.
Aquella era una época con la que sólo podemos soñar, una época en la que lo verdadero y lo falso, el bien y el mal, se conocían instintivamente, regalos de la bebida Soma, deificada por su “veracidad”:

“De estos dos, el verdadero y honesto, el Soma protege  y reduce a la nada lo falso.”

Y, al perder el miedo a la muerte en el reino de la conciencia cósmica, uno se vuelve inmortal:

“Donde hay alegrías y placeres, alegría y deleite,
donde se cumplen los deseos supremos, allí hazme
inmortal. Oh gota de Soma, fluye para Indra.”

La bebida de soma define los caracteres y las acciones de los dioses, y del autor que se permite convertirse en el amo del universo bajo el lema “¿No he bebido Soma?”:

“En mi inmensidad, superé el cielo y esta vasta tierra.
¿No he bebido Soma?
¡Sí! Pondré la tierra aquí, o quizás allí.
¿No he bebido Soma?”

Estas expresiones de inmortalidad y soberanía, de sabiduría divina y conocimiento del bien y del mal fueron quizás las razones por las que, en el siguiente gran texto teológico hindú, el Bhagavad Ghita, el dios Krishna le dijo al rey que el arte del yoga para escapar de la condición humana era accesible únicamente a los brahmanes y a las clases guerreras. ¡Las masas del pueblo nunca estaban destinadas a escapar de su miserable situación en la vida, condenadas para siempre a un renacimiento sin fin!
El soma se había convertido en algo del pasado, algo que debía ser olvidado.

La Caída de Sumer
En este contexto hindú podemos evaluar mejor la respuesta semita al problema del control sobre las mentes de un pueblo inmortal y soberano que utilizaba enteógenos.
Un primer aspecto que hay que tener en cuenta es el traicionero derrocamiento en el año 2000 a. C. de Ibbi-Sin, el último rey de Sumer, por su general de confianza Ishbi-Erra, el amorreo. Tras haber subido al norte desde la ciudad capital de Ur con una gran parte del ejército y los fondos de las arcas del estado para comprar el grano que se necesitaba con urgencia, y atrincherándose en la ciudad de Isin, Ishbi-Erra dejó que los ejércitos invasores del este destruyeran Ur y sus ciudades circundantes. Después de que el rey fuera hecho prisionero (y nunca más se supo de él), Ishbi-Erra expulsó a los saqueadores y proclamó su propio gobierno.
Para encubrir su engaño, él y sus descendientes publicaron Lamentos de la Ciudad, en los que se responsabilizaba a los dioses inhumanos del fin del reino sumerio y de la destrucción de sus ciudades. Se decía que el supremo gobernante divino Enlil, “con odio”, había “ordenado la destrucción total de Ur, y que su gente debía ser asesinada ….”. La excusa para esta traición se puso en boca de Enlil cuando declaró con frialdad:

“Ur recibió la realeza, pero no un reinado eterno.
Desde tiempos inmemoriales, desde que se fundó la Tierra, hasta que la gente se multiplicó,
¿quién ha visto jamás un reinado que tuviera precedencia para siempre?”

De haber alejado al pueblo de sus dioses mediante el engaño, se pasó a engañar al pueblo sobre la fuente del conocimiento y la verdad divinos. Aunque la veracidad siempre había sido proclamada como un don sagrado del mundo del espíritu, en palabras de los comerciantes y su dios Ea [nombre acadio del sumerio Enki], el engaño había sido declarado de repente un atributo decretado por los dioses, un me. En los textos no se afirma abiertamente que el engaño haya triunfado sobre la verdad, algo que sabiamente nunca fue declarado. En cambio, el problema se resolvió de una manera muy sencilla: no mencionando más a la verdad. Así es mientras en la época pre-comercial y pre-civilizada la verdad había sido el bien supremo, un don del dios supremo del cielo Anu, en el nuevo orden mundial se glorificó el arte del engaño.

La Epoca Babilónica
Este cambio en la ética se hizo inequívocamente evidente en el mito fundacional de Adapa, el fiel sirviente del dios del comercio Ea, quien le dijo engañosamente a Adapa que no aceptara la comida y la bebida que el dios del cielo Anu le ofrecería porque seguramente moriría. Cuando Adapa rechazó la comida y el agua de la vida que le ofrecía Anu, este le preguntó por su motivo, a que Adapa respondió con la lamentable excusa:

  “Ea, mi señor, me dijo: “¡No comas, no bebas!”.

A Adapa se le negó la vida y el hombre fue expulsado de las puertas del cielo, pero, por su negativa a aceptar la comida y el agua de la vida, el escriba del dios del comercio declaró al siervo obediente el más sabio entre los hombres.
Sin la iluminación de la comida y del agua de la vida de Anu, se podría proclamar engañosamente que la sabiduría provenía de las Profundidades – el Abzu, un estanque bajo el templo de Ea. La historia de Inanna y Enki [Ea] describe cómo la diosa del amor Inanna emborrachó a Enki y se escapo con todos los atributos de la civilización desde su hogar mitológico en las Profundidades. Uno de los objetos era el engaño:

“La santa Inana recibió el engaño, las tierras rebeldes, la bondad,
el estar en movimiento, el ser sedentario”.

Habiendo plantado el engaño como una ordenanza aceptable y divinamente dada del mismo orden que la bondad, el engaño había sido legado divina y oficialmente tolerado, por la diosa del amor Inanna en persona.
Luego, en la historia épica de Gilgamesh del siglo XIII a.C., el escriba dio un tratado teológico distorsionado en el que el inmortalizado Utanapishtim (que en acadio significa “ha encontrado la vida”) le dijo al rey Gilgamesh que la inmortalidad no era para los humanos. Hizo que el barquero que trajo al rey a las orillas del mundo inmortal fuera desterrado para siempre, separando simbólicamente los mundos hasta entonces conectados de los dioses y los humanos. Para asegurarse de que el mensaje fuera entendido correctamente, el escriba hizo que el rey perdiera la planta del latido del corazón – del rejuvenecimiento y de la vida – mientras viajaba de regreso a su ciudad de Uruk. Después de llegar, Gilgamesh le dijo al barquero desterrado que inspeccionara los muros de la ciudad y viera si los Siete Sabios no habían puesto sus cimientos.
Con el cierre del cielo, los muros de la ciudad – metáfora para las leyes del gobernante – se convirtieron en el único punto de referencia para los habitantes del mundo civilizado. La verdad que antes provenía de la fuente divina interior había sido amordazada de hecho; a partir de ese momento, la comprensión quedó ligada a la voz del palacio y de sus facilitadores financieros. Esta alienación del corazón fue el punto de partida de la alienación de la humanidad respecto de todo el mundo natural.
Hubo que esperar hasta el reinado de Nabónido sobre Babilonia, a mediados del siglo VI a. C., para que el propio rey, que probablemente había consumido alimentos o agua de la vida, pusiera en tela de juicio la sabiduría de Adapa:

“El dios Ilte'ri me ha hecho ver una visión; me ha mostrado todo.”
Conozco una sabiduría que supera en gran medida incluso la de
la serie de ideas que ha compuesto Adapa.”

Ilte'ri, otro nombre del dios lunar Sin, era adorado por Nabónido y la causa de su discordia con los sacerdotes de Marduk, deidad patrona de Babilonia. Se rumorea que estos sacerdotes ayudaron al rey persa Ciro a derrotar a Nabónido, lo que no solo provocó la caída de Nabónido, sino también de todo el imperio babilónico.
El estanque de Eridu que durante más de mil años se había considerado la fuente de la sabiduría, finalmente había resultado ser un pozo imaginario de deseos, sostenido únicamente por la piedad de sus sacerdotes y las armas del imperio.

El Temor al Señor Yahvé
Fue en el vacío político y cultural que siguió, cuando los sacerdotes del dios Yahvé, exiliados en Babilonia en aquella epoca, elaboraron sus propios dogmas religiosos, teniendo cuidado de no repetir los errores que habían hecho caer la cuna de la civilización babilónica.

Así, mientras que en la epopeya de Gilgamesh se le ordena al rey que abandone el mundo de los Inmortales y pierde la planta del corazón al final de la historia, la Biblia de los judíos comienza con la prohibición de Yahvé del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Este es el primer mandamiento impreso en la mente de Adán y Eva, después del cual el escriba los expulsa del paraíso de inmediato por desobedecer el mandamiento de Yahvé.
En la epopeya de Gilgamesh no se prohibió la planta y no se dio ninguna ley para compensar la sabiduría del corazón perdida. En contraposición al final inconcluso de la epopeya de Gilgamesh, la Biblia dio una ley divina -la Torá- para llenar el vacío dejado por la desaparición de la voz divina del corazón. En lugar del Abismo de Ea, ahora se decía que "El temor del Señor es el principio de la sabiduría". Y el temor de su Señor se convirtió en la fuerza motriz de la fe judía. La nueva ley fue instruida a la fuerza a toda la población y se amonestó a los padres:

“Y si alguno todavía profetiza, su padre y su madre, de quienes nacieron,
les dirán: “Debes morir, porque has dicho mentiras en el nombre del Señor”.
Entonces sus propios padres apuñalarán al que profetiza”

La mentira de los padres se había vuelta la verdad. Atrás quedaron los días de los felices poetas védicos que cantaban la verdad y de los antiguos profetas israelitas danzantes. Se produjo un período oscuro en Israel. Solo un historiador, al describir la masacre de los rebeldes macabeos después de la muerte de su líder Judas Macabeo a mediados del siglo II a. C., se refirió a ella:

“Fue un tiempo de gran angustia para Israel, peor que todo lo que les había sucedido desde el momento en que los profetas dejaron de aparecer entre ellos”.

Lo que implica la declaración es que la angustia causada por las crueldades del opresor sirio contra los revolucionarios judíos solo podía compararse con la angustia causada por la corrupción y la crueldad de los gobernantes sacerdotales en la época en que los profetas fueron silenciados en Israel.
La corrupción y la crueldad fueron las características que definieron este período. Jasón se convirtió en sumo sacerdote en lugar de su hermano Onías III al ofrecer al rey Antíoco IV impuestos anuales que duplicaban la cantidad que su hermano Onías le había dado a él. Cuando tres años más tarde envió a un pariente llamado Menelao con los impuestos anuales a Antioquía, el rey le dio a este Menelao el sumo sacerdocio después de que él había ofrecido pagar un tributo anual aún mayor que el que Jasón le había ofrecido. Un año más tarde, cuando Menelao fue acusado por el antiguo sumo sacerdote Onías III de hacer regalos ilegítimos de copas de oro del templo para congraciarse con los gobernantes sirios, el usurpador hizo matar al ex sumo sacerdote. Después de diez años en el puesto de sumo sacerdote, años en los que hizo sufrir mucho a la población de Jerusalén, Menelao fue llamado a Antioquía, donde el rey Antíoco V ordenó que lo arrojaran a una torre llena de cenizas.
La rebelión de los Macabeos pone de relieve un momento espiritualmente difícil para la población israelita. Es sumamente desafortunado que en lugar de combatir la monopolización sadoquita de la voz divina, los macabeos les reprochaban a los sadoquitas su inobservancia de la ley que habían jurado a defender.

No es de extrañar, por tanto, que poco después de tomar las riendas del gobierno, los nuevos gobernantes cayeran víctimas del mismo afán de poder y riqueza que los había llevado a derrocar a sus predecesores sadoquitas. Especialmente su rey más destacado, Alejandro Janeo [127-76 a. C.], era temido por su crueldad. Durante la guerra civil judía, cuando cenaba con sus concubinas, vio cómo crucificaban a ochocientos rebeldes mientras mataban a sus esposas e hijos delante de ellos.

La era de la Vida en el Abrazo del Otro
Mientras los sacerdotes luchaban entre sí por el control de los cargos del Estado, las masas oprimidas buscaban la liberación espiritual en otra parte. Es aquí donde debemos buscar la fuente de un movimiento revolucionario para abandonar la religión de Yahvé y otros dioses temibles y vengativos que aterrorizaban las vidas de los oprimidos. La gente se dio cuenta de que su salvación no vendría de la adoración de un dios temible y autocrático, sino del amor de lo divino interior. Es decir, de la adoración del dios personal de uno, el que se revela a través del corazón, para ser comprendido y aceptado sólo entonces por la mente. Ese dios personal no tenía nada en común con los dioses oficiales y temibles adorados en todo el mundo antiguo. Ese dios personal no podía encontrarse en los cielos y los templos, sino en el abandono del propio ego y el abrazo del prójimo. Aquí la teología, el estudio de un dios en el cielo, se convirtió en enteología, el estudio del dios interior. El dios sacerdotal proyectado hacia el cielo volvió al corazón, al dominio natural y vivo de lo divino.
Este es un cambio de perspectiva que también experimentan los consumidores de cannabis cuando dejan atrás su mente egocéntrica y se concentran en su entorno inmediato. Las personas son vistas de manera diferente, ya no como el otro amenazante, sino como una compañía en la que se puede confiar y con la que se puede conversar agradablemente. Los propios miedos se muestran como creaciones de la mente, construcciones ridículas de una imaginación paranoica, un poco estúpida, ja, ja, ja. Nos recuerda a los antiguos escitas que reían de alegría mientras tomaban su baño de vapor de cannabis.
La experiencia extática, por supuesto, es diferente para cada persona y puede ir desde un repliegue benigno del propio ego hasta la desaparición completa de la propia autoconciencia, como el vaciamiento de sí mismo o la kénosis atribuida a Jesús por fuentes posteriores. En este estado, el miedo a la muerte desaparece y la vida eterna, que se le negó a Gilgamesh en tiempos de Babilonia, se había convertido nuevamente en un estado mental posible que permitía a las personas seguir adelante serenamente e incluso felices en un mundo amenazante.
Este movimiento de protesta floreció en todo el antiguo Oriente Próximo y ha sobrevivido en las enseñanzas atribuidas al profeta de Nazaret. Su mensaje tenía como objetivo aliviar la angustia de las masas, aquí y ahora. Su “Reino de Dios” señalaba la posibilidad que se le daba a cada ser humano de encontrar la felicidad y la paz escuchando la voz divina en su interior. Por eso pudo decir que el reino de Dios se había acercado, que en realidad estaba aquí mismo, esperando la recreación de la vida de cada persona en la vida eterna.
Cuando a consecuencia de este mensaje un vasto movimiento de liberación personal arrasó el mundo antiguo, las autoridades de la época se opusieron implacablemente y sus practicantes fueron perseguidos sin piedad. Sólo en el siglo IV d.C., después de que Jesús fue declarado dios y se decía que estaba esperando en el cielo para juzgar a aquellos a quienes se les permitía la vida eterna después de la muerte, el mensaje pudo ser aceptado por las autoridades y el cristianismo convertirse en una religión de Estado respetable.
La vida eterna, la otra manera para indicar la pérdida del miedo a la muerte –la inmortalidad- se había convertido una vez más en un estado mental inalcanzable, obligando a los ciudadanos del mundo occidental a convertirse en las ovejas del pastor de Roma. Después, con la Reforma protestante del siglo XVI, han surgido nuevos pastores, aunque ninguno de ellos ofrece la liberación espiritual que todo ser vivo anhela.
Además, en respuesta a los trastornos culturales y espirituales del Renacimiento, la Iglesia Católica inició tribunales para acabar con la herejía. Así nació la Inquisición, que quemaría a las brujas con sus brebajes y sus escobas y pondría fin a sus Sabbats trascendentales. La naturaleza, el reino donde vaga el espíritu, había sido cerrada a las aventuras espirituales de los humanos. Con los gritos dolorosos de las brujas se traumatizo a la sociedad y el temor al Señor se apoderó de las mentes. En Ginebra, el reformador protestante Juan Calvino hizo castigar a una niña por atreverse a cantar alegremente, había cantado algo que no era una de sus canciones edificantes, en la iglesia todavía, un día domingo por la mañana!!
Entonces, como señaló tristemente el historiador francés Michelet, “¡el canto se detuvo!”. El espíritu había sido debidamente amordazado de nuevo

Mientras los sacerdotes luchaban entre sí por el control de los cargos del Estado, las masas oprimidas buscaban la liberación espiritual en otra parte. Es aquí donde debemos buscar la fuente de un movimiento revolucionario para abandonar la religión de Yahvé y otros dioses temibles y vengativos que aterrorizaban las vidas de los oprimidos. La gente se dio cuenta de que su salvación no vendría de la adoración de un dios temible y autocrático, sino del amor de lo divino interior. Es decir, de la adoración del dios personal de uno, el que se revela a través del corazón, para ser comprendido y aceptado sólo despues por la mente. Ese dios personal no tenía nada en común con los dioses oficiales adorados en todo el mundo antiguo. Ese dios personal no podía encontrarse en los cielos y los templos, sino en el abandono del propio ego y el abrazo del prójimo. Aquí la teología, el estudio de un dios en el cielo, se convirtió en enteología, el estudio del dios interior. El dios sacerdotal proyectado hacia el cielo volvió al corazón, al dominio natural y vivo de lo divino.

Este es un cambio de perspectiva que también experimentan los consumidores de cannabis cuando dejan atrás su mente egocéntrica y se concentran en su entorno inmediato. Las personas son vistas de manera diferente, ya no como el otro amenazante, sino como una compañía en la que se puede confiar y con la que se puede conversar agradablemente. Los propios miedos se muestran como creaciones de la mente, construcciones ridículas de una imaginación paranoica, un poco estúpida, ja, ja, ja. Nos recuerda a los antiguos escitas que reían de alegría mientras tomaban su baño de vapor de cannabis.
La experiencia extática, por supuesto, es diferente para cada persona y puede ir desde un repliegue benigno del propio ego hasta la desaparición completa de la propia autoconciencia, como el vaciamiento de sí mismo o la kénosis atribuida unicamente a Jesús por fuentes posteriores. En este estado, el miedo a la muerte desaparece y la vida eterna, que se le negó a Gilgamesh en tiempos de Babilonia, se convierte nuevamente en un estado mental posible, permitíendo a las personas seguir adelante serenamente e incluso felices en un mundo cruel.
Este movimiento de protesta floreció en todo el antiguo Oriente Próximo y ha sobrevivido en las enseñanzas atribuidas al profeta Jesus de Nazaret. Su mensaje tenía como objetivo aliviar la angustia de las masas, aquí y ahora. Su “Reino de Dios” señalaba la posibilidad que se le daba a cada ser humano de encontrar la felicidad y la paz escuchando la voz divina en su interior. Por eso pudo decir que el reino de Dios se había acercado, que en realidad estaba aquí mismo, esperando la recreación de la vida de cada persona en una vida eterna personal.
Cuando a consecuencia de este mensaje un vasto movimiento de liberación espiritual arrasó el mundo antiguo, las autoridades de la época se opusieron implacablemente y sus practicantes fueron perseguidos sin piedad. Sólo en el siglo IV d.C., después de que Jesús fue declarado dios y se decía que estaba esperando en el cielo para juzgar a aquellos a quienes se les permitía la vida eterna después de la muerte, el mensaje pudo ser aceptado por las autoridades y el cristianismo se convirtió en una religión estatal respetable.
La vida eterna, la otra forma de indicar la pérdida del miedo a la muerte que conduce a la inmortalidad, se había convertido nuevamente en un estado mental inalcanzable, obligando a los ciudadanos del mundo occidental a convertirse en fieles ovejas del pastor de Roma. Con la Reforma Protestante del siglo XVI, han surgido nuevos pastores, aunque ninguno de ellos ofrece la liberación espiritual que todo ser vivo anhela.
Además, en respuesta a los trastornos culturales y espirituales del Renacimiento, la Iglesia Católica inició tribunales para acabar con la herejía. Así nació la Inquisición, que quemaría a las brujas, sus brebajes y sus escobas y pondría fin a sus Sabbats trascendentales. La naturaleza, el reino donde vaga el espíritu había sido cerrada a las aventuras espirituales. Los gritos de dolor de las brujas traumatizaron a la sociedad y el temor al Señor se apoderó de las mentes. En Ginebra, el reformador protestante Juan Calvino hizo castigar a una niña por atreverse a cantar alegremente, había cantado algo que no era una de sus canciones edificantes, en la iglesia todavía, un día domingo por la mañana!!
Entonces, como señaló tristemente el historiador francés Michelet, “¡el canto se detuvo!”. El espíritu había sido debidamente amordazado de nuevo.

La Confrontación de la Mente Occidental con la Sabiduría del Corazón
Pero no en todas partes, porque más allá de las fronteras de Europa, y especialmente en las Américas, el espíritu todavía se manifestaba en las selvas y en las montañas, en las llanuras desérticas e incluso en el árido Ártico. Mediante el uso de las “plantas de los dioses”, como las llamaban los pueblos indígenas, o mediante técnicas de iniciación que negaban el cuerpo, como entre los indios de las llanuras y los esquimales, se convocaba a los antepasados ​​y a los dioses intimos para que proporcionaran comprensión y bienestar espiritual. Fue justamente gracias a partir de su interacción con los pueblos indígenas que consumían ayahuasca, peyote y hongos psilocibios, entre otros, que los europeos y los americanos de ascendencia europea aprendieron acerca de las propiedades psicoactivas de estas sustancias y la espiritualidad que engendran.
Dicho de paso, fue gracias a los esclavos africanos que la marihuana llego a las americas, planta maestra para ver la belleza de la vida hasta en los momentos mas negros.

Sin embargo, ese proceso de reconexión por medio de las medicinas naturales llevó tiempo, ya que la mente occidental racionalizada y alienada tuvo que luchar contra los aterradores efectos de borrado de la mente provocado porde las diferentes sustancias. Según el “pienso, luego existo” de René Descartes, el hombre occidental es, en efecto, un ser mentalizado, que se distancia del mundo que lo rodea para objetivarlo e imaginarlo antes de actuar. Los pueblos nativos por otra parte, y gracias a sus enteógenos, pueden entrar en un contacto emocional con su entorno, un contacto que barrerá su autoconciencia para dar lugar a la experiencia de pertenencia total a su entorno. Se trata de una experiencia que la civilización occidental habia rechazado, a costa de su completa alienación de la naturaleza.

Richard Evans Schultes, considerado el padre de la etnobotánica moderna, es el ejemplo vivo de la incapacidad del hombre occidental para comprender la espiritualidad del vínculo entre los seres humanos y la naturaleza. Después de haber clasificado miles de plantas amazónicas, Schultes no era capaz de distinguir entre las múltiples variedades de ayahuasca –la liana del alma– que los habitantes indígenas de la selva podían distinguir, “de inmediato y con frecuencia a simple vista y a una distancia significativa, sin sentir, saborear, oler, aplastar, rasgar ni realizar ninguna otra manipulación física”. Todo lo que Schultes afirmaría sobre el superior conocimiento indígena de la ayahuasca es que se trato de un fenómeno ocular. Aunque Schultes bebió el brebaje de ayahuasca en múltiples ocasiones, obstaculizado por su mente clasificadora podía ver diferentes colores y patrones, pero nunca los “fenómenos oculares” que observarían sus interlocutores indígenas. Schultes nunca fue capaz de resolver el enigma a la base de sus limitaciones perceptivas; solo Terence McKenna ha sugerido que la ayahuasca podría desbloquear partes invisibles del espectro electromagnético normalmente ocultas a la percepción humana.
La ampliación del campo de vision explicaria su enigma de Schultes y otros tantos fenomenos. La dorada red de Indra de que nos hablan los Vedicos es oculta a los que no han tomado la Soma. Y las bandas coloridas que unen los objetos que nos rodeen, los hongos mexicanos nos dejen verlas. El lado espiritual de nuestras vidas acaba de parecer un concepto mental, para volverse una experiencia vivida, percebida desde su ser intimo de uno cuando su conciencia y sus sentidos estan fijados en su entorno, en prime lugar las personas y demas criaturas vivas.

Weston La Barre, contemporáneo de Schultes, tenía menos tolerancia hacia la admiración no científica de lo que se había perdido:

“Es la pretensión poco sólida de una postura secular y científica de otros como Aldous Huxley y Timothy Leary lo que nos inquieta, además de nuestra opinión profundamente diferente de que, como la ciencia, la crítica social efectiva requiere una cabeza lo más clara y una lengua articulada posible, en lugar de una mente drogada que busca el sentimiento privado o lo inefable semántico”.

Aquí La Barre lo dice todo: la mente científica no puede caer presa del sentimiento "privado, o lo inefable semántico”. El propio viaje emocional, que es esencial en todos los cultos del peyote y otros enteogénicos, no fue estudiado por LaBarre, la objetividad no lo permitió:

“Así pues, defiendo a la Iglesia Nativa Americana entre los aborígenes amerindios, pero deploro la “Iglesia Neoamericana” entre los americanos caucásicos que pretenden seguir su “religión” mediante el uso de la mescalina como “sacramento”. Etnográficamente, esta última es un culto totalmente sintético, dishonesto y falso, cuya hipocresía (uno supondría) los jóvenes honestos percibirían y despreciarían;…”

Los “americanos caucásicos” que, gracias a sus experimentos con peyote o mescalina, habían alcanzado un rejuvenecimiento espiritual inimaginable no pasaron esa prueba. Se habían atrevido a inventar una “falsa” “Iglesia neoamericana” como vehículo para buscar legalmente su liberación de las instituciones religiosas dogmáticas. Hoy en día, consideramos loables sus esfuerzos, que siguieron un curso de acción legal probado para canalizar su búsqueda espiritual hacia una organización socialmente aceptable. Pero La Barre, aunque afirmó haber consumido peyote repetidamente durante sus años entre los nativos de Oklahoma, nunca pareció haber experimentado la apertura de “las puertas de la percepción”. Lejos de ser un defensor de los enteógenos y la libertad religiosa, demostró ser un digno heredero de la Inquisición, avergonzando a los jóvenes que habían tenido una experiencia trascendental inducida por el peyote para que se abstuvieran de unirse a un hogar espiritual recientemente incorporado. El señor La Barre es un ejemplo extraordinariamente triste de la alienación de la mente respecto de su fundamento en el alma, y ​​de la pertenencia de cada persona a lo que Albert Hofmann había llamado “la conciencia universal, transpersonal”, y que los participantes de Bwiti llaman poéticamente “un solo corazón – nlem mvore”.
Si tan solo La Barre hubiera podido participar en ese ritual de autotrascendencia, no como científico sino como miembro pleno de la comunidad: podría haberse unido a Hofmann y Huxley en su intento de dar voz a lo inefable.

El antropólogo James W. Fernández, mientras estudiaba a los consumidores de iboga del pueblo Fang en África, se dio cuenta de las exigencias conflictivas que se le planteaban a la mente del científico:

“Sólo comía cantidades modestas de eboka, y nunca experimenté ningún éxtasis elevado, ningún significado importante, ninguna visión de mi propio muerto asombrosos o de los suyos. El eboka tenía un sabor muy amargo para mí. Me daba náuseas. Y nunca me sentí inspirado para seguir adelante y seguir ese camino que se abre con grandes dosis.

¿Por qué? En primer lugar, la riqueza de la liturgia y la cosmología Bwiti estaba ante mí para ser descrita y elaborada. Este desafío por sí solo me elevaba en cada noche de culto a un plano de experiencia muy intensa de otras realidades culturales en las que mis emociones y mi intelecto se intensificaban agudamente, de modo que no sentía necesidad de ninguna excursión narcótica.
Pero, además, ahora tengo claro que mi actitud no era apropiada para la droga. Aunque mi esposa y yo intentamos establecer una relación de colaboración con los fang en todos los aspectos (vivimos su vida de aldea como pudimos y bailamos en el culto), al final nuestra comunión con ellos estuvo condicionada por el hecho de que yo era el agente de una cultura científica occidental. Esta es una forma ineludible de separación que opera en el trabajo de un antropólogo. Supongo que mi resistencia a la droga era el resultado de un compromiso con la observación objetiva. Las revelaciones subjetivas que me prometía la droga en ese momento parecían irrelevantes para mi tarea. No aprecié la utilidad de la eboka para estimular la investigación durante toda la noche. Ahora me sorprende con toda la fuerza de lo obvio que la ciencia misma seguramente requería que explorara las propiedades de esta planta en todas las formas posibles.

Es revelador oír a Fernández decir que nunca se sintió inspirado a tomar dosis mayores y llegar hasta el punto de encontrarse con sus antepasados ​​muertos porque este encuentro con los antepasados ​​muertos es su objetivo mismo del ritual.
Desde el principio, su miedo a morir parece haber convencido al autor de que sería mejor para él anotar y no participar en el ritual. Incluso ofrece argumentos válidos para encubrir su fracaso en indagar hasta el final, porque sin duda habría tenido que renunciar a su puesto de “observación objetiva” para recibir “revelaciones subjetivas”. Como la liturgia y la cosmología Bwiti ya lo habían elevado a un plano de intensa experiencia emocional, “no sentía necesidad de ninguna excursión con narcóticos”. Además de su uso inconsistente del término narcótico para la experiencia de una aventura espiritual única e irrepetible, la excursión a la que se refería debía ser la apoteosis de sus años de convivencia con la gente de este pueblo, bailando en su culto. Fernández pudo haber sido un agudo observador y un buen narrador, pero al final no sabía de qué estaba hablando, ya que nunca entró en el camino hacia la colina, allí donde sus antepasados ​​lo habrían llevado a encontrarse con los grandes dioses, donde su miedo a la muerte se habría desvanecido en sentimientos de pertenencia oceánica. Esta es una experiencia que la civilización occidental ha rechazado a costa de su completa alienación de la naturaleza. Este estado mental racional informa el razonamiento a la base de la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961 y su objetivo fáustico de exterminar por completo todos los enteógenos.

3Securitización: Cómo el Tío Sam puso la Mentira de los dioses en boca de las Naciones Unidas.

La Convención Única sobre Estupefacientes de 1961
Al igual que el antiguo libro judío del Génesis, la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961 (1961SC, o la Convención o la Prohibición) y sus convenciones de seguimiento han atacado de manera directa el Alimento de la Vida mediante un sistema de prohibición severamente punitivo.

El preámbulo de la 1961SC comienza con:

"Las Partes,
Preocupadas por la salud y el bienestar de la humanidad,
Reconociendo que el uso médico de los estupefacientes sigue siendo indispensable para el alivio del dolor y el sufrimiento y que deben adoptarse las disposiciones necesarias para asegurar la disponibilidad de estupefacientes para tales fines,
Reconociendo que la adicción a los estupefacientes constituye un grave mal para el individuo y está cargada de peligro social y económico para la humanidad,"
y, por lo tanto, las Partes son conscientes “de su deber de prevenir y combatir este mal.”

El régimen internacional de control de drogas de la ONU, construido sobre esta declaración de intenciones, ha demostrado ser un ataque directo al texto y al espíritu de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) de 1948. Tras la Segunda Guerra Mundial, las potencias vencedoras del mundo occidental impusieron, bajo el liderazgo de Estados Unidos, un sistema de control riguroso que clasificó las sustancias liberadoras de la conciencia en categorías donde están prohibidas para el uso individual de adultos y disponibles solo para fines de investigación y medicinales.

En lugar de ser prohibido, el uso de enteógenos, que abren la mente a la percepción divina, debería haber sido protegido de acuerdo con los objetivos de la DUDH, a saber, la libertad de pensamiento, religión y conciencia de cada persona y, por tanto, el derecho a la salud y el bienestar individual.

Pero, aparentemente, tal libertad individual habría resultado ser, incluso para los campeones de las democracias, un medio demasiado fácil para permitir que los seres humanos escaparan de los lazos del control universal del pensamiento. Y así, como hemos visto, se ideó una estratagema para evitar todo debate sobre el Alimento de la Vida y limitar el ataque en el preámbulo de la Convención de 1961 a los “estupefacientes” que conducen al “mal” de la adicción.

Sin jamás colocar a los diferentes enteógenos no adictivos y liberadores de la mente, como el cannabis, la coca y la adormidera (amapola), en un grupo común, estos fueron clasificados por separado en la Lista I, el grupo de las ‘drogas’ más peligrosas, las sustancias narcóticas adictivas. El Alimento de la Vida fue silenciado. Se convirtió de inmediato en el elefante en la habitación de la Convención de 1961.

Sin embargo, los tiempos han cambiado. Los regímenes prohibicionistas históricos derivaron su autoridad para proscribir sustancias de las órdenes divinas dadas a sumos sacerdotes y reyes, y nunca se exigió responsabilidad alguna a las deidades de estos gobernantes. Pero desde que la DUDH consagró la libertad de religión, la religión misma ha sido, por necesidad, excluida como posible fuente para proscribir el Alimento de la Vida, fuera de su propio ámbito de soberanía. Esto obligó a la ONU a fundamentar sus políticas de drogas en objetivos concretos, capaces de producir resultados basados en evidencia. Sin embargo, la motivación defectuosa del preámbulo ha prevalecido sobre políticas medicinales sensatas y ha conducido a resultados desastrosos, exponiendo una vez más la renovada Mentira para acallar al Espíritu de una vez por todas, a costa de innumerablrs vidas humanas.

La Convención de 1961 es un texto cínico. Pretendió perseguir globalmente los objetivos de la salud y el bienestar humanos, pero los sacrificó en cambio a las aspiraciones de las élites gobernantes. Al imponer una prohibición universal sobre el uso de sustancias liberadoras de la mente fuera de los estrictos controles de la medicina y la ciencia modernas, se ha negado a la humanidad el acceso a las plantas beneficiosas de la naturaleza, que otorgan bienestar y salud individual. Privada de estos recursos curativos que nuestra biodiversidad ofrece a cada ser humano, y sometida a la fuerza en una llamada “Guerra contra las Drogas”, la humanidad se corrompió por los productos de la imaginación de los gobernantes autoritarios, ya fueran legitimados o no a través de procesos de toma de decisiones democráticas.

La securitización del Mal
La Convención Única de 1961 define las drogas como un mal, una amenaza existencial para la humanidad. Se creía que la humanidad debía ser rescatada de esta amenaza bárbara representada por los usuarios antagonistas. Para las naciones miembros, la securitización contra esta amenaza se consideraba de extrema importancia durante el siglo XX. Construyeron una dicotomía, un marco en el que el objeto amenazado, o "Yo", se protege de una amenaza existencial, o "Otro". La humanidad fue retratada por los Estados nación como un "Yo" global que lleva a cabo una "empresa humanitaria" para librar al mundo de los usuarios, productores y traficantes de drogas, el "Otro" que amenaza al "Yo". Este "Yo" global fue entonces presentado como moralmente superior en contraste con el "Otro" maligno. Esta dicotomía justificaría medidas excepcionales y extralegales para combatir al Otro.

Porque estuvo acompañado de considerables presiones y coerción, alrededor del 95% de los miembros de la ONU firmaron la Convención Única. Bajo el pretexto de un esfuerzo humanitario, la prohibición ha justificado medidas extraordinariamente duras: violaciones masivas de los derechos humanos, continuo descuido de la salud de los usuarios y un número incalculable de muertos. La Guerra contra las Drogas —ideada por Estados Unidos, que reclutó a la ONU para ayudar en su implementación— no ha resultado en un mundo libre de drogas, como se proyectó, sino en un mercado de drogas criminal no regulado y en constante crecimiento, controlado por servicios secretos y el crimen internacional. La Guerra contra las Drogas es un rotundo fracaso si se mide contra sus objetivos declarados. Pero en lugar de buscar opciones de políticas alternativas, los Guerreros de las Drogas parecen contentos con continuar su guerra. Para ellos, ningún costo parece ser demasiado alto.

En última instancia la Convención Única de 1961 ha otorgado a todos los gobiernos del mundo la autoridad para discriminar contra minorías basándose en sus preferencias de consumo no deseadas, ya sea que tales preferencias fueran parte integral del tejido social de sus comunidades y protegidas como derechos humanos, o que se les impusieran debido a sus débiles posiciones socioeconómicas y las vicisitudes de la Prohibición. Comunidades enteras, incluidos hombres, mujeres, niños, ancestros y dioses, con tradiciones religiosas y culturales de siglos de antigüedad, se vieron obligadas a adaptarse en un lapso de 25 años a las nuevas regulaciones sociales del siglo XX. Los hábitos de consumo tradicionales ahora caen bajo el ámbito de los mercados criminales. Además, la política de prohibición transforma estos hábitos de consumo tradicionales en adicciones. En este nuevo mundo, no es la Carta de los Derechos Humanos la que prevalece, sino la anarquía creada por la Convención Única de 1961 —según lo dictado por las naciones más poderosas— la que reina sobre grandes porciones de la población global.

No deberíamos sorprendernos, ya que la actual Guerra contra las Drogas sigue el modelo histórico establecido desde el encuentro entre Adapa y el dios Anu, en la civilización mesopotámica. Las viejas motivaciones y métodos siguen siendo útiles: silenciar la voz que proporciona sabiduría desde el corazón mediante la prohibición de las plantas que liberan la mente de la Tierra, utilizando mentiras como argumentos. El preámbulo de la Convención Única de 1961 plantea la inevitabilidad de la adicción a diversas sustancias que tienen una larga tradición de uso cultural y religioso bien arraigado. Del mismo modo, Adapa rechazó el alimento y el agua de la vida, a instigación engañosa del dios del comercio Ea. El mismo dios que, unos siglos más tarde, enseñó a Gilgamesh el arte del engaño, para que pudiera negar el corazón como fuente de felicidad y sabiduría existencial. Y, como se explicó anteriormente, en el libro del Génesis, los escribas de Yahvé inmediatamente dijeron: "del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que comas de él, ciertamente morirás".

En los primeros años del régimen de la Convención Única de 1961, el enfoque se centró principalmente en las plantas de los países en desarrollo, muchos de los cuales recién habían obtenido independencia y eran vulnerables a la presión extranjera y las sanciones, y no podían formular ni defender globalmente sus puntos de vista contrarios. Al enfocar la interdicción de estas sustancias en el lado de la oferta, donde se originan, estos países fueron los primeros en ser castigados por el incumplimiento. Irónicamente, fue precisamente en estos países donde la gente aprendió a lo largo de la historia a utilizar estas sustancias para su beneficio. Ahora, de manera dramática, bajo el pretexto de proteger su bienestar, fueron criminalizados si utilizaban estas plantas para su supervivencia. De esta manera, la descolonización política de la década de 1960 fue reemplazada instantáneamente por una recolonización ideológica mundial, no solo de las naciones soberanas y sociedades sostenibles, sino también de las mentes de la población mundial.

Un golpe de fuerza sublime y cínico: al obtener el apoyo tanto de las antiguas colonias como de los antiguos colonizadores, los nuevos Prohibidores los obligaron a todos a jurar lealtad a una nueva ideología, presentada como un regalo de las Naciones Unidas, el tan pregonado defensor de los derechos humanos. Esto equivale a una colonización universal de las mentes mediante el silenciamiento global del espíritu, que ocurre en las sombrías ilusiones de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Bajo el pretexto de proteger la salud pública y luchar contra el mal, la Naturaleza y su Alimento de la Vida fueron nuevamente prohibidos, chivos expiatorios del mal. La mentira había vuelto, con toda su fuerza.

La Convención Única comenzó con el etnocidio de las sociedades indígenas que basaban sus culturas en la comunión con sus dioses a través del consumo de sus plantas ahora prohibidas. En su lugar, se les dio whisky para reemplazar sus rituales chamánicos. El pasado debía ser borrado para que el futuro correspondiera a los deseos de la mente imperial. Hoy en día, estamos presenciando las últimas consecuencias de este brutal régimen en la persecución mundial de minorías, a menudo externalizada por los Estados-nación a intereses privados, los asesinatos extrajudiciales generalizados de usuarios de enteógenos y otras drogas, homologados por los regímenes más poderosos, y la permanente estigmatización de las víctimas y sus defensores, los Otros, que han sido etiquetados como criminales por los Mentirosos, los Estados-nación del mundo.

La mentira es la regla, y la regla es que el uso de sustancias enteógenas es un crimen.
Las justificaciones científicas para la programación de la prohibición de 1961 fueron ejercicios flagrantes de engaño. La Comisión de Investigación sobre la Hoja de Coca de 1949 fue una parte claramente sesgada racialmente y científicamente no cualificada. Su informe de 1950 había sido altamente selectivo y aleatorio en su elección de literatura científica disponible y conclusiones, y fue percibido por todos los pueblos andinos que masticaban coca como un insulto miope y deliberado a sus culturas. En las décadas posteriores quedaría claro que el “adiccionismo”, una ideología pseudocientífica lanzada por la Prohibición, se había apoderado de las Naciones Unidas, y que la ciencia había quedado en un segundo plano en la toma de decisiones sobre políticas de drogas. La Comisión Global sobre Política de Drogas, un club anti-prohibicionista formado por ex jefes de Estado y de gobierno, declaró rotundamente que la ciencia fue dejada de lado durante la clasificación de las sustancias psicoactivas. La queja de 2017 de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de los Estados Unidos, al publicar su informe The Health Effects of Cannabis and Cannabinoids, expresó la frustración de la comunidad académica sobre las barreras puestas en el camino de la investigación imparcial sobre el cannabis. Así, a pesar de que durante el último medio siglo hubo decenas de nuevas aplicaciones clínicas del cannabis evidenciadas por la investigación, la ONU se negó a revisar científicamente la clasificación de la planta y sus compuestos. Todavía estaba incluida en la lista y estigmatizada como una sustancia susceptible de abuso y adicción, supuestamente con propiedades peligrosas y pocos o nulos valores terapéuticos, cuando en 2018 y por primera vez, la Organización Mundial de la Salud evaluó los usos médicos y los daños del cannabis y decidió en 2020 que el cannabis debía ser reprogramado.

Los organismos de control de drogas de la ONU con sede en Viena, además, ni siquiera parecen preocuparse por los estragos que produce la guerra contra las drogas, como los asesinatos patrocinados por el gobierno de usuarios, la tortura presentada como rehabilitación en los centros de detención obligatoria de drogas, ni por los éxitos obtenidos sobre el terreno con la reducción de daños, como los programas de agujas y jeringas limpias y los programas de sustitución de opioides. El caso del exitoso "Proyecto de prescripción de heroína de Liverpool" del Dr. John Marks es emblemático.

La clínica del Dr. Marks en Merseyside, Liverpool, Inglaterra, detuvo con éxito la epidemia de VIH en su camino, mejoró dramáticamente la salud de los consumidores de drogas y previno más muertes relacionadas con drogas. Pero, igualmente importante, el número de adictos a la heroína disminuyó significativamente. Bajo la prohibición, necesitas comprar a precios prohibitivos, por lo que robas, te prostituyes o adulteras y vendes parte de tu compra. Con una receta, no tienes que vender heroína para conseguir heroína ni persuadir a otra persona para que consuma la droga también. Sin embargo, bajo la presión de EE. UU., el gobierno de Thatcher cerró el proyecto en 1995.

La ministra del interior suiza, Ruth Dreyfus, fue persuadida para repetir el modelo de Merseyside, que fue tan exitoso como lo había sido el original. Sin embargo, John Marks se convirtió en un “Otro”, un paria en su propia profesión en el Reino Unido y tuvo que emigrar a Nueva Zelanda. Al ser preguntado sobre su destino de ser “quemado en la hoguera” en la caza de brujas de la guerra contra las drogas, dijo: “¿Qué te dio la idea de que las personas en el poder operan según la razón? Tu problema es que estás siendo racional.”
Y en una feroz crítica a la 61ª sesión de la Comisión de Estupefacientes (CND), la Red Asiática de Personas que Usan Drogas (ANPUD) sugirió que funciona como un gran pozo de ahogamiento en cuanto a los desarrollos e ideas positivas. El sesgo y la abdicación de responsabilidades se habían convertido en la regla, la estigmatización de los usuarios en la norma social, y la imposición de daño como la prueba de un buen cumplimiento del tratado.

Nos han dicho que solo la tolerancia cero podría garantizar un mundo libre de drogas, sin explotación de la juventud y los débiles por parte de los traficantes. Uno de los principales arquitectos de la Convención Única de 1961, Harry Anslinger, quien supervisó una anterior fallida prohibición del alcohol en EE. UU., sabía mejor. En su país, él mismo había experimentado cómo tal prohibición convertiría a los codiciosos en mafiosos. De la misma manera, la prohibición de las drogas inundó finalmente el mercado con productos peligrosos y adulterados. Y una de las principales diferencias entre la medicina y las "drogas", el uso y el abuso, es la dosis estandarizada, y dado que el mundo médico fue parcialmente marginado por la Convención de 1961, un mercado negro de drogas fue ofrecido por numerosas mafias que, de manera predecible, concentraron sus actividades en los productos más rentables, con dosis más altas, creando la demanda mediante la adicción. Hizo que las predicciones más pesimistas se hicieran realidad, ya que no era el uso científicamente respaldado, sino el uso socialmente rechazado y no supervisado, controlado por un segmento criminal de la sociedad, el que dictaba los hábitos y procedimientos de consumo bajo la prohibición. En lugar de promover los más altos estándares de salud posibles, la prohibición crea enfermedades, produce crímenes y fomenta la muerte. Los EE. UU., que derogaron la prohibición del alcohol después de 13 años, así como sus socios, obligaron a la ONU a mantener una política de prohibición similar, causando angustia y enfermedad en los consumidores a nivel mundial mientras empoderaban a los carteles criminales que aterrorizan a las sociedades nacionales enteras.

Se dice que todos estos desastres producidos por la Prohibición fueron no intencionados, aunque no fueran inesperados. Aunque si uno puede prever un resultado negativo de una política y no lo previene, se supone que debe suceder.

Una opinión similar fue expresada por la Comisión Global sobre Política de Drogas (GCPD), cuando el presidente Trump presentó una renovada guerra contra las drogas de EE. UU. en la apertura de la 73ª Asamblea General de las Naciones Unidas en 2018. Dijo la Comisión Global: “Los intentos de erradicar el suministro y el consumo de drogas a través de medidas represivas basadas en la prohibición contra las personas que usan drogas han resultado costosos y contraproducentes durante más de 50 años. El gobierno de EE. UU., que intentó y abandonó la prohibición del alcohol, y ahora enfrenta una crisis sin precedentes de opioides, debería saberlo mejor que nadie.”

"No todos firmaron la iniciativa de Trump, anunciada como un 'Llamado Global a la Acción sobre el Problema Mundial de las Drogas'. Quienes lo hicieron fueron países con una postura dura de prohibición, incluidos Rusia, China y Arabia Saudita; socios genocidas como Birmania y Filipinas, y aquellos que aceptaron este regreso a las políticas fracasadas del pasado después de alguna realpolitik de EE. UU. Aparentemente, todos los involucrados sabían y entendían las consecuencias. Esto fue especialmente cierto para los países que decidieron rechazar la invitación de Trump. La respuesta más directa vino de un funcionario holandés: 'Lo vemos como un asunto de salud, en nuestro país tratamos de prevenirlo, no creemos en la forma en que se propone en este texto. No queremos criminalizarlo.'

Otros países miembros de la ONU ya no se preocupan por objetivos desfasados y dañinos cuando desarrollan políticas de control de drogas. Esos objetivos guiados por el Preámbulo son vistos como excusas anticuadas y se han convertido en una burla. Las preocupaciones de salud y bienestar no son tomadas en cuenta por los luchadores contra el crimen de Viena; para mantener la lógica del sistema de la ONU, exigen adherencia a las reglas y castigo por la violación. Siguiendo el ejemplo de EE. UU. - hacerlo hasta lograrlo - los peores resultados aparentemente se convierten en la mejor prueba del éxito de esta política: como el aumento de las estadísticas de muertes, encarcelamientos, personas sin hogar y pobreza."

El G8 sale del armario para mantener la perversa integridad de la Convención Única
"Preocupados por la salud y el bienestar de la humanidad", la Convención Única de 1961 y su patrocinador estadounidense mandataban "la abolición del uso de drogas que durante siglos había estado arraigado en las tradiciones sociales, culturales y religiosas de muchos estados no occidentales. Esto se impone sobre la Madre Tierra, otros gobiernos y sus ciudadanos de una manera que recuerda a la colonización: a través del terror. La abrupta terminación de antiguas tradiciones sociales y prácticas religiosas —tras un periodo de transición escandalosamente breve de 15 años para el opio y 25 años para la coca y el cannabis— fue recibida con consternación y total rechazo por los pueblos indígenas afectados. En Bolivia, un país con una mayoría indígena gobernada por criollos (personas de ascendencia española, nacidas en Bolivia), la prohibición del masticado tradicional de coca entre su población indígena llevó a su radicalización, encabezada por el líder campesino cocalero Evo Morales Ayma. Bajo el lema “coca no es cocaína”, Morales condujo a su pueblo a una victoria electoral en 2005 y ascendió a la presidencia en 2006."

Seis años después - y medio siglo después de la adopción de la 1961SC - Bolivia obtuvo en 2012 el apoyo de una mayoría calificada de los estados miembros de la 1961SC para reincorporarse a la Convención, la cual había abandonado un año antes, mediante una exención diseñada para alinear las obligaciones internacionales del país con su mandato constitucional, que reconoce la hoja de coca como parte del legado cultural de Bolivia.

"Esta exención, en este caso respecto a la obligación de Bolivia de abolir el masticado tradicional de coca entre sus poblaciones indígenas, fue la primera de su tipo en la historia de los tratados de control de drogas de la ONU. En respuesta, Estados Unidos, molesto por este desarrollo – aunque se beneficiaba de la llamada ‘exención Coca-Cola’ – encabezó una posición en la que todos los países del G8 se opusieron a lo que percibían como un “socavamiento de la integridad del tratado y su principio rector de restringir el comercio y uso de drogas únicamente a fines médicos y científicos.” Sin embargo, no se alcanzó el mínimo requerido para derrotar la reserva – un tercio de los 184 miembros del órgano del tratado – y los intransigentes prohibicionistas perdieron la batalla. Es una suposición plausible que muchos países vieron la “exención Coca-Cola,” que autoriza el uso de coca como saborizante para un producto comercial estadounidense consumido más de dos mil millones de veces al día en todo el mundo, como una violación mayor de la integridad del tratado que el ardiente rescate de un patrimonio cultural por parte del pueblo andino local.

La victoria de Bolivia marcó un punto de inflexión: el comienzo de la descolonización de las restricciones impuestas por la 1961SC. Pero, mientras tanto, la guerra continuó y la mentira prevaleció.

La Guerra contra las Drogas en Filipinas: un proyecto de prueba de eugenesia
Tras su elección en 2016, el presidente de EE. UU., Donald Trump, estaba ansioso por establecerse como un firme prohibicionista. Cuando el presidente filipino Duterte lo llamó para felicitarlo por su elección, Trump, a su vez, le deseó espontáneamente éxito con su controvertido historial en el control de las drogas, que había dejado a 4,800 personas muertas desde la propia elección de Duterte en julio de ese mismo año. Duterte dijo que el Sr. Trump respaldó su brutal campaña antidrogas, diciéndole a Duterte que Filipinas la estaba llevando a cabo “de la manera correcta.”

En abril de 2017, Trump siguió elogiando a Duterte, diciéndole que “estaba haciendo un trabajo increíble sobre el problema de las drogas” en Filipinas, donde Duterte había sancionado públicamente el asesinato extrajudicial de sospechosos.

A continuación, los dos líderes tuvieron una reunión bilateral al margen de la 31.ª Cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) en Manila, en noviembre de 2017. Duterte había dicho la semana antes de la reunión que le diría a Trump que “se apartara” si hablaba sobre derechos humanos. Harry Roque, portavoz del presidente filipino, confirmó después de la reunión que, contrariamente a lo afirmado por la portavoz de Trump, Sarah Huckabee Sanders, la reunión no trató sobre derechos humanos, a pesar de que Duterte le había explicado a Trump su campaña mortal contra las drogas, quien asintió y “parecía estar de acuerdo.”

Las declaraciones contradictorias de los portavoces de los dos presidentes confirmaron dos cosas: el Sr. Trump quería que se le viera como alguien que había planteado la cuestión de los derechos humanos sin condonar la política de Asesinatos Extrajudiciales Masivos (AEM) de Duterte; y el Sr. Duterte quería proyectarse como alguien que defendía su política antidrogas sin que Trump se opusiera a ella alegando que violaba los derechos humanos.

Luego llegó el 23 de abril de 2018, y los comentarios del portavoz del presidente Duterte, Harry Roque, sobre el Informe sobre Derechos Humanos de EE. UU. para Filipinas. El informe señalaba que “los asesinatos extrajudiciales han sido la principal preocupación de derechos humanos en el país durante muchos años y, tras un fuerte aumento con el inicio de la campaña contra las drogas en 2016, continuaron en 2017.” Harry Roque comentó sobre cómo el Malacañang (el Palacio Presidencial) respaldaba la declaración del presidente Donald Trump de que el presidente Duterte estaba haciendo un buen trabajo en el manejo del problema de las drogas ilegales en el país. “Yo personalmente escuché la discusión entre el presidente Trump y el presidente Duterte cuando estuvieron aquí en Filipinas durante la Cumbre de la ASEAN, y creo que escuché palabras del presidente Trump elogiando al presidente Duterte, incluida la guerra contra las drogas. Si no me equivoco, el presidente Trump dijo que él (Duterte) sabe lo que está haciendo en Filipinas”, dijo Roque. “Así que no sé cómo conciliar el informe del Departamento de Estado con la declaración real del presidente. Pero por ahora, nos quedamos con la declaración del presidente Trump que todos escuchamos de boca del presidente Trump”, agregó.

El Sr. Trump perdió toda credibilidad cuando la afirmación de su portavoz de que Trump había discutido los derechos humanos con Duterte no fue repetida por ella después de que fuera rechazada por el portavoz de Duterte. Como resultado, durante casi otros seis meses, el mundo—y en particular las potenciales víctimas involucradas—permaneció sin saber qué se había discutido realmente.
Esta falta de coordinación internacional resultó en la metedura de pata de Harry Roque del 23 de abril de 2018, cuando se reveló el respaldo total de Trump a la política de Asesinatos Extrajudiciales Masivos (AEM) de Filipinas durante la reunión de noviembre de 2017 en Manila entre ambos países.

Poco después, el presidente Duterte repitió su oferta de que Filipinas albergara una “cumbre mundial para abordar cómo las naciones pueden proteger los derechos humanos”. Duterte debe haberse sentido justificado por las Potencias Mundiales, ya que, después de China y Rusia, incluso Estados Unidos reconoció su “ejemplar” defensa de los derechos humanos.

Hoy, seis años después, Oplan Tokhang, la brutal operación de Asesinatos Extrajudiciales Masivos (AEM) en Filipinas, sigue en marcha, dirigida desde sus feudos por dos rivales narcotraficantes: el expresidente Duterte, quien se alinea discretamente con Pekín, y su sucesor, Bongbong Marcos, un fanático de larga data de Washington. Ni China ni EE. UU. los detendrán, y eso no es una sorpresa, ya que China y Estados Unidos están luchando por la supremacía en el Mar de China Meridional y están dispuestos a pasar por alto el asesinato masivo en Filipinas.

Mientras tanto, Trump avanza por su sinistro camino. Su admiración por la solución de Oplan Tokhang de Filipinas no solo fue motivada por consideraciones políticas, sino que se vincula estrechamente con su falta personal de empatía hacia las personas "inferiores" y sus creencias eugenésicas de que una vida discapacitada ya no es humana y debe ser terminada. “El estado en el que están, todos los gastos, tal vez esas personas deberían simplemente morir”, le dijo a su sobrino, cuyo hijo es discapacitado mental y físicamente.

Duterte nos dijo que discutió con Trump posibles formas para que el presidente de EE. UU. siguiera su ejemplo, sugiriendo notablemente que sería lo más fácil tirar “a ellos” desde un avión. No sabemos cómo respondió Trump, pero dado que Duterte hizo pública esta discusión, se puede suponer que no fueron negativas si Duterte mismo no lo dijo explícitamente.

Dado el entusiasmo de Trump por las políticas de “depuración” de Duterte, nosotros, los “Otros”, también debemos asumir que estaba genuinamente interesado en las políticas de Duterte como un modelo viable para la ONU. Además, el “uso de drogas narcóticas” encaja perfectamente con “el alcoholismo crónico y otras formas de desviación social” que justificaron la esterilización forzada en la Alemania nazi.
Esta devaluación de las vidas discapacitadas como menos que humanas, que estaba muy extendida en Alemania antes y durante el Tercer Reich, proporcionó la justificación para el asesinato masivo y metódico de 300,000 personas discapacitadas por parte de los nazis. Como prueba, los nazis primero mataron a 70,000 personas discapacitadas. Tales asesinatos de prueba fueron el tema del consejo de Duterte a su gran amigo.

Los eugenistas devalúan las vidas discapacitadas para justificar sus soluciones anti-vida. Lo hacen a través del proceso de deshumanización, un proceso que hoy en día está en abierta violación del derecho a la vida proclamado por la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH). Sin embargo, la deshumanización de los usuarios de drogas es activamente promovida por la Convención Única de 1961, a nivel mundial. Al oponerse a la reducción de daños y retener los medicamentos adecuados para las personas adictas, se discapacita intencionalmente a las personas capaces. Una vez enganchados, los adictos permanecen enganchados y preprogramados para enganchar a los que están a su alrededor. Su horrible sufrimiento se ilustra mejor con las víctimas muertas de Oplan Tokhang: secuestradas de noche, encontradas por la mañana, con las manos atadas a la espalda, una bolsa de plástico apretada cubriéndoles la cabeza, muertas. Desenganchadas, finalmente libres. No se oyeron gritos.

Dos universos paralelos: ideales de derechos humanos contra el control mental asesino.
En las redes sociales, nuestros niños – la generación del futuro – son testigos diarios de cómo violamos nuestras propias reglas a nivel global. Matamos personas y destruimos la naturaleza indiscriminadamente, una erosión de los principios que señala la desintegración del orden basado en reglas y el inicio de una nueva era, como ha advertido Agnès Callamard, la Secretaria General de Amnistía Internacional. El apoyo de Estados Unidos y muchos países occidentales a Israel en su conflicto con Gaza, incluso mientras sigue desmoronándose la matanza de civiles inocentes, ejemplifica una preocupante aplicación selectiva de las reglas de protección universal. Esta desintegración comenzó en serio después del 11 de septiembre, cuando EE. UU. lanzó su “guerra contra el terror”, guiada por el concepto de “seguridad”, que postula que todo es permitido en la persecución de los “terroristas.”

Este concepto de securitización también se aplicó a la Prohibición moderna (ver arriba en este capítulo 3 bajo “La securitización del mal”). Comenzó con la Convención Única de 1961, un acto discursivo que enmarcó el consumo de drogas como un mal: una amenaza existencial para los países miembros de esta Convención, el mismo cuerpo que produjo el acto. Este enmarcado justificó medidas extraordinarias, a menudo tomadas fuera de los marcos legales, contra los “Otros”, en este caso, los usuarios de sustancias prohibidas.

Aunque el texto de la Convención Única de 1961 no fue popular entre muchos miembros de la ONU, se benefició de una exitosa campaña de promoción, y una cuasi unanimidad de los miembros respaldó la Convención. Ya fuera basada en hechos, como el ataque de las Torres Gemelas en 2001, o en falsedades, como la invasión de Irak en 2003 y el enmarcado de las drogas como un mal en la Convención Única de 1961, la securitización con frecuencia conduce a acciones ilegítimas. Estas acciones a menudo resultan en daños desproporcionados y conllevan una negación del Estado de derecho, ya que estas medidas excepcionales con frecuencia rompen con la ley, invocando la fuerza mayor. En consecuencia, la securitización de un asunto generalmente socava el principio de universalidad, que afirma que todos los individuos están igualmente dotados de derechos humanos, sin importar quiénes sean o dónde vivan. Incluso los millones de llamados “terroristas” usuarios de drogas.

La Convención Única de 1961 divide la universalidad humana en dos, proclamando la "Humanidad" de los no usuarios de drogas y declarando a los “Otros”, los usuarios, como malvados. Pero la Sra. Callamard nos advierte con razón que no nos desanimemos: “El destino de la universalidad no reside en manos de aquellos que la traicionan. Más bien, como un proyecto perenne y ambicioso para la humanidad, su poder descansa, ante todo, en su continua proclamación y en su persistente defensa.”

EE. UU. había logrado una hazaña notable: había producido, bajo su aclamado liderazgo, los dos actos que aseguraban al mundo, por un lado, la libertad personal inimaginada consagrada en la DUDH y, por otro lado, su autoridad para socavar este pilar de la comunidad mundial mediante sanciones punitivas ilimitadas contra aquellos que se atrevieran a desafiar los límites de la libertad establecidos bajo la Convención Única de 1961. Al final, los hechos muestran que todos los derechos humanos individuales pueden ser violados.

A través de la securitización internacional de las drogas prohibidas, la Convención Única de 1961 ha creado un cisma con la Declaración de Derechos Humanos. Puede continuar castigando a los “Otros” libremente sin que sus derechos a la salud y la felicidad sean un obstáculo. Como afirmó el Director Ejecutivo del Programa de Control de Drogas de la ONU en 1998, durante el 50º aniversario de la DUDH, “No debemos olvidar que la noción de que el consumo de drogas es una especie de derecho humano es inherentemente inmoral, ya que sugiere que las vidas humanas no valen la pena ser salvadas de la devastación de la adicción.”

En 2008, el Relator Especial de la ONU sobre el derecho a la salud, Paul Hunt, respondió que “el control internacional de las drogas y los sistemas de derechos humanos son dos universos paralelos”. De hecho, la Convención Única de 1961 y los ideales de los derechos humanos son incompatibles.

Así, el destino del Alimento de la Vida depende de la defensa persistente de los Guardianes de nuestra inclusión en la universalidad de la humanidad. Si la ONU realmente desea hacer un esfuerzo honesto por preservar la humanidad, la naturaleza, su biodiversidad y la Tierra, ya no puede seguir negándole a la naturaleza su voz y continuar con su subordinación. Si los consumidores de enteógenos realmente desean escuchar la voz de la naturaleza y que esa voz sea escuchada, deben abogar por el fin de la estigmatización y la erradicación del Alimento de la Vida y la persecución de sus Guardianes.

De los hechos citados, emerge la imagen de un Yo intolerante, que se mantiene firmemente al lado de la Prohibición a pesar de toda la evidencia del fracaso de sus políticas. Pero los hechos ya no importan cuando las Mentiras se han convertido en artículos de Fe y los Grandes Mentirosos dictan los mandamientos de los nuevos dioses. John Marks comenta sobre su destino de ser ‘quemado en la hoguera’ en la caza de brujas de la guerra contra las drogas cuando dijo: “¿Qué te dio la idea de que las personas en el poder operan según la razón? El problema es que estás siendo racional.”, una verdad perfecta. Las mentiras divinas solo piden lealtad.

Las Naciones Unidas deben detener la securitización del mal, para que los “Otros” - nosotros, los usuarios de sustancias prohibidas - podamos estar legítimamente sentados en la mesa de la humanidad.

4. El vuelo de la divinidad

El discurso de la ONU de 1961: un falso mandamiento divino.
La política de drogas de la Convención de 1961 es inequívocamente un fracaso en el sentido de que no logró ninguno de sus objetivos e infligió un sufrimiento indecible a la humanidad, a la que afirmaba querer proteger. Pero también es una debacle de política, ya que nunca podría haber logrado sus objetivos, dadas las contradicciones insuperables que los redactores de la Convención habían incorporado. Obviamente querían ocultar el hecho de que su eleccion de salud publica - de no proteger el consumo de enteógenos por parte de la humanidad como un derecho humano, que abarca la libertad de pensamiento, conciencia y religión - era en realidad una elección política, por lo que inventaron una narrativa confusa y demostrablemente falsa.

En primer lugar, el Preámbulo de la Convención de 1961 surgió como una especie de Aviso Global sobre Medicamentos para Pacientes validado por la ONU, que contenía una advertencia a la población mundial sobre el peligro de los estupefacientes. Los estupefacientes son saludables, decían, porque alivian el dolor y el sufrimiento. Pero también conducen a la adicción, que constituye un grave mal para el individuo y la humanidad y que debe combatirse de forma coordinada y universal, limitando así el acceso a ciertas sustancias o su prescripción por parte de las profesiones científicas y médicas.

Sin embargo, en los artículos siguientes de la convención, se incluyeron subrepticiamente medicamentos no narcóticos en las listas de estupefacientes y algunos fueron clasificados engañosamente como carentes de valor medicinal.

Se prohibió a la humanidad el uso personal de las tres plantas medicinales más útiles de la naturaleza: la adormidera, el cannabis y la coca. En consecuencia, las civilizaciones que habían surgido junto con el uso tradicional de estos sacramentos quedaron excluidas de cualquier comunión posterior con estas plantas de la naturaleza, bajo pena de toda la gama de castigos conocidos.

Se decidió que no debería provenir nada bueno de los dones de la naturaleza, aunque el mundo entero estuviera adaptado por los ecosistemas locales a las necesidades locales y disponible a demanda y casi gratuitamente para aquellas personas que desearan estar en buenos términos con la naturaleza y participar en la comunión de pertenencia ilimitada con la Madre Tierra. Aquellos que saben disfrutar del éxtasis que proporciona la naturaleza cuando la búsqueda humana de liberación se cumple mediante la inmersión completa en la existencia de la Tierra, el momento en que los esquemas humanos de subordinación y aterrorización han desaparecido en el fondo y la perversa integridad de la Convención Única explota y Soma reduce lo falso a la nada.

Para impedir ostensiblemente que las sociedades tradicionales infecten a otros con este supuesto mal, todas las personas de las sociedades modernas que deseen escapar del vacío que se encuentra en las ideologías fosilizadas –como, por ejemplo, nuestros jóvenes; o los descendientes de esclavos; las personas marginadas de nuestras sociedades industriales; las mujeres perpetuamente dominadas de nuestros sistemas de castas basados ​​en el género; nuestras comunidades LGTBQ+; nuestros solicitantes de asilo que no son reconocidos como refugiados; y muchos más de nuestros pueblos que son discriminados debido a peculiaridades en sus sistemas de creencias, modelos de sociedad, modos de comunicación, gestión de la reproducción; en resumen, cualquiera de nuestros pueblos que las fuerzas dominantes de la sociedad encuentren ofensivo– tuvieron que ser detenidos en sus intentos, como lo previó la Convención Única.

Una característica notable de la política de prohibición es que sus repetidos fracasos no tienen un efecto negativo en su continua popularidad entre sus partidarios. Parece resistente a la evaluación normal del desempeño, como es el caso en otros ámbitos de políticas como la educación y la alimentación y la agricultura.

Como esta política se considera una guerra contra una amenaza terrorista, el Ser necesita, en efecto, redoblar sus defensas mal concebidas cada vez que fracasa. La prohibición se alimenta de sus propios fracasos, y se instituyen medidas aún más duras en vano tras cada intento sucesivo de contrarrestar al enemigo, las mafias de la droga. En vano, es decir, porque el enemigo prospera con los fracasos continuos de la prohibición, contrarresta las sucesivas medidas represivas y se vuelve militar y financieramente más fuerte.

Sin embargo, como saben los usuarios de enteógenos, la Mentira de la Prohibición no opone al Ser contra un Otro malvado, con la intención de destruirlo a través del consumo del Alimento de la Vida por parte del Otro. Sino que, por el contrario, nosotros -los Otros- actuamos en contra de este Esclavizador del Ser, que tiene la intención de acabar con todos los aportes de la Madre Tierra que van en contra del objetivo del Ser de dominación definitiva.

La respuesta que decidirá nuestro destino futuro aborda la cuestión de si la Naturaleza puede sobrevivir y continuar apoyando a la humanidad de los hijos de la Madre Tierra o si la humanidad seguirá deshaciéndose de sus hermanos y hermanas, solo para quedarse con instituciones muertas de arrogancia.

Como esta política se considera una guerra contra una amenaza terrorista, el Yo necesita, en efecto, redoblar sus defensas mal concebidas cada vez que fracasa. La prohibición se alimenta de sus propios fracasos, y se instituyen medidas aún más duras en vano tras cada intento sucesivo de contrarrestar al enemigo, las mafias de la droga. En vano, es decir, porque el enemigo prospera con la continua apertura de la prohibición. Las puertas de la percepción del regreso a casa de cada persona.

A un respetado teólogo cristiano europeo del movimiento ecumenista, que busca promover una mayor unidad religiosa, le dijeron durante un viaje de estudios por el sur de los Estados Unidos en los años 60 que para crear una nueva religión sólo se necesitan cuatro componentes: una cabina de ducha con una cortina y una silla cómoda en el interior para el creador de la nueva religión; una secretaria de confianza y calificada con un buen cuaderno en el exterior para tomar nota de la narrativa del creador; la transmisión de una inspiración aparentemente grande por parte del creador; y un potente transmisor de radio para transmitir después la historia de la nueva creencia a los posibles conversos.

La recepción en Europa de este modelo de creación de fe fue recibida con hilaridad, ya que presenta la religión como un producto profano y fácil de fabricar, sin la más mínima mención de una intervención divina aparentemente necesaria en el proceso de producción. Un buen argumento de venta para la religión instantánea.

Sin embargo, en retrospectiva (y salvo en contextos temporales sensibles), así es como se desarrollan históricamente las cosas en la construcción de religiones institucionalizadas, ya que es una práctica habitual que los dioses invisibles hablen a visitantes exclusivos, como Anu a Adapa y Yahvé a Moisés. Además, estos dioses invisibles siempre prefieren reunirse en lugares aislados, como el cielo, las montañas o las orillas de grandes masas de agua, donde se dice que viven, lejos de otras personas que solo pueden pervertir la narrativa privada y hacer que la transmisión fracase. Como los autoproclamados profetas son los únicos testigos de los acontecimientos de los que afirman haber formado parte, los resultados, tal como los narran ellos mismos, se escriben a lo largo del tiempo para que la historia conserve una historia lo más clara y convincente posible para los posibles adoradores.

La versión estadounidense de la producción religiosa mencionada anteriormente contiene estos cuatro elementos constituyentes y se diferencia de los relatos míticos e históricos familiares solo en el proceso de producción condensado e instantáneo inherente a su cultura para evitar la pérdida de tiempo. Sin embargo, todas estas religiones, antiguas y nuevas, padecen una deficiencia básica de producción en el sentido de que buscan establecerse como una institución y, por lo tanto, convertirse en un grupo de interés propio. Al contrario de las religiones individuales extáticas, que desean mantener la totalidad intacta y que dan la bienvenida a toda la humanidad, las instituciones buscan atraer solo a un grupo específico y crear barreras para otros. Incluso pueden dividir a un grupo similar en facciones enfrentadas y desunión, como hemos visto recientemente de manera más dramática con la división entre la Iglesia Ortodoxa Ucraniana y el Patriarcado de Moscú.

El hombre destroza sus iglesias, religiones y dioses cuando le conviene, y llena su panteón de guerreros combatientes que justificarán las luchas que los humanos le encomiendan. Si la humanidad desea sobrevivir, tendrá que definirse ya no en ideales miopes, ideologías profanas, ordenando a sus dioses que libren sus guerras y destrocen el mundo, sino en un ideal unificador al alcance de todos nosotros: la Madre Tierra.

Como observó el filósofo germano-estadounidense Paul Tillich: “En lugar de trascender lo finito en dirección a lo infinito, la religión institucionalizada se convierte en una realidad finita en sí misma: un conjunto de actividades prescritas que deben realizarse, un conjunto de doctrinas declaradas que deben aceptarse, un grupo de presión social junto con otros, un poder político con todas las implicaciones de la política del poder”.

En el extremo opuesto de las religiones institucionalizadas encontramos la religión extática, la celebración del espíritu viviente presente en nuestro corazón, donde, con la ayuda del Alimento de Vida de la naturaleza, las Puertas de la Percepción se abren para el Regreso Divino personal. Incluso cuando los huicholes mexicanos visitan a sus dioses en la montaña Wirikuta en grupo, sus encuentros con los dioses son eventos personales, uno a uno. Es la interacción personal de cada huichol con los dioses -y su comprensión de ellos- lo que lo vincula con lo divino, el maíz, el venado y sus antepasados. Incluso el Marakame (Chamán) no interviene, por respeto a la experiencia extática de los participantes del grupo, incluido su encuentro individual con la totalidad impartida. Por lo tanto, los huicholes no quieren que su sistema de fe sea llamado una religión, ya que el término está demasiado nublado por las "Instituciones" profanas que fueron importadas del extranjero.

La ONU se ha declarado competente y autorizada para gobernar las políticas mundiales en materia de drogas y creencias. Ha asumido esta responsabilidad de manera despótica y solapada, como los dioses del pasado, manipulando a la humanidad para que acepte la prohibición de las medicinas liberadoras de la mente ofrecidas por la naturaleza, y llevando al amordazamiento del espíritu.
Las Naciones Unidas han llegado aquí a la apoteosis de sus políticas reduccionistas en la exclusión social, el confinamiento carcelario e incluso la liquidación física de los humanos como castigo por su búsqueda individual de participación en la totalidad de la humanidad y la creación, de la que nadie debe quedar atrás. Al observar los desastrosos resultados que la Prohibición ha causado desde su adopción, como lo han señalado los movimientos internacionales de derechos humanos y de reducción de daños – respaldados por un creciente cuerpo de ciencia – que son contrarios a la fuerza y ​​los decretos de las Naciones Unidas, vemos cómo la Guerra contra las Drogas ha llevado a una aceleración de la criminalización del sistema de control de la política de drogas, la violación de los derechos humanos, la captura de administraciones completas a nivel local y nacional por las mafias de la droga, y un aumento en el agotamiento de los recursos de la Tierra necesarios para su desarrollo sustentable.

Al observar los desastrosos resultados que la Prohibición ha causado desde su adopción -como lo han señalado los movimientos internacionales de derechos humanos y reducción de daños, respaldados por un creciente cuerpo de ciencia, que van en contra de la fuerza y ​​los decretos de las Naciones Unidas- vemos cómo la Guerra contra las Drogas ha llevado a una aceleración de la criminalización del sistema de control de la política de drogas, la violación de los derechos humanos, la captura de administraciones completas a nivel local y nacional por las mafias de la droga, y un aumento en el agotamiento de los recursos de la Tierra necesarios para su desarrollo sostenible.

Con la adopción de la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes y sus convenciones posteriores, las Naciones Unidas no han logrado alcanzar los objetivos establecidos en el
Artículo 1 de su Carta, a saber:
- mantener la paz y la seguridad internacionales,
- fomentar entre las naciones relaciones amistosas basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y de la libre determinación de los pueblos,
- realizar la cooperación internacional en la solución de problemas internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario y en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin distinción de raza, sexo, idioma o religión; y
- ser un centro para armonizar las acciones de las naciones en la consecución de estos fines comunes.

Al aceptar los derechos de los individuos a la libertad de pensamiento, conciencia y religión, la humanidad ha abierto, en principio, las puertas para que las propias religiones institucionalizadas satisfagan las pruebas de cumplimiento de los derechos humanos de las Naciones Unidas, pruebas que deben realizarse en el espíritu mismo de la Carta de las Naciones Unidas y de la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Las mentiras que las Naciones Unidas han utilizado para negar legitimidad a las religiones de la naturaleza a través de la Convención de 1961 no pasarían esa prueba, ya que estas falsedades impuestas constituyen la violación más grave de los derechos humanos imaginable. No sólo por la inmensa escala de violaciones de los derechos humanos a las que han sido sometidas las víctimas de la prohibición (cometidas en todo el mundo, a diario, bajo la protección de la ONU desde la introducción de la prohibición), sino especialmente porque el infractor, es decir, el autor tanto de la Convención violatoria como de la Declaración violada, se ha eximido de castigo. La impunidad es, una vez más, un sello distintivo de los dioses falsos, que extraen su poder del consentimiento forzado de la humanidad, en su supuesta lucha contra los males que se le están haciendo a la humanidad.

Inevitablemente, el término "criminal" debe aplicarse a las violaciones de los derechos humanos cometidas por las propias Naciones Unidas. Es una acusación dirigida con razón contra la ONU por aquellos de nosotros que vemos la Convención de 1961 como una incitación al crimen de genocidio (así como su fomento).

En lo verdaderamente divino, el sentido de unidad y totalidad se honra y se acentúa. Ese es el objetivo que simboliza la misión de las Naciones Unidas y que se ha comprometido solemnemente a perseguir, y que aparentemente ha consagrado en lugares para que la humanidad lo celebre. En Nueva York, Ginebra, La Haya y en otras partes del mundo, en sus palacios del establecimiento de la unidad, testimonios de la búsqueda victoriosa de la humanidad por la humanidad.

Sin embargo, lo divino es lo que está siendo profanado por las Naciones Miembros de la ONU, que asesinan a sus semejantes por elegir las transmisiones divinas de la Madre Tierra en lugar de las mentiras de las autoridades, sus iguales. Las Naciones Miembros de la ONU son las que están causando estragos en la Naturaleza, cuyo funcionamiento el Alimento de la Vida revela íntimamente a sus iniciados. Es esa plenitud intrínseca a la que todo ser humano tiene derecho al regreso al hogar divino.

 

Para que la humanidad no olvide: ODS 18 - La protección de los alimentos de la vida.
El cannabis es la planta medicinal más utilizada en el mundo, no sólo por sus efectos psicoactivos, sino también por sus efectos terapéuticos corporales. Compuesto por más de 400 sustancias químicas diferentes, es en todos los sentidos un Alimento de Vida, ya que las variaciones en la proporción de estas sustancias en las preparaciones determinan los efectos sobre los síntomas de una variedad de patologías a tratar. A medida que sus valores terapéuticos comienzan a reconocerse de nuevo, el cannabis medicinal se legaliza en un número creciente de países, estados y comunidades de nivel inferior, pero sigue estando prohibido en gran parte del mundo, debido a consideraciones políticas. Parecería que un camino lógico hacia la reintroducción de la noción del Alimento de Vida como medicina curativa para la totalidad de la humanidad y como el motor de nuestra paz con la Naturaleza, así como el punto de control para el desarrollo sostenible de la Madre Tierra, podría tener un inicio simbólico con una expresión global de respeto por el regalo más generoso de la Tierra a la humanidad, permitiéndole integrarse de nuevo en su entorno natural. Con este fin, el Drugs Peace Institute propone al Secretario General de las Naciones Unidas, Sr. Antonio Guterres, que emprenda todas las acciones que considere necesarias para promover la aceptación universal del cannabis mediante su reclasificación en la lista correspondiente o su desclasificación total.

Se invita a los Guardianes del Alimento de la Vida a apoyar la propuesta al Secretario General firmando la petición a tal efecto.

A continuación se incluye una copia de la carta de la Fundación Sociedad y Cannabis (SMC, en holandes Stichting Maatschappij en Cannabis) de los Países Bajos a los miembros de la Cámara de Representantes de los Países Bajos, tal como se proporcionó a la DEA a petición de aquella agencia (en ingles).
La carta proporciona información de fondo sobre la política holandesa en materia de drogas blandas, una exitosa iniciativa de cincuenta años que ha regulado el consumo de cannabis en el marco de la Convención Única de 1961 ejerciendo discreción procesal, en pleno respeto de los tratados internacionales sobre drogas.
Un segundo documento, “El coronel marroquí: mi asesino preferido”, describe cómo los soldados marroquíes mitigaron el trastorno de estrés postraumático al comenzar a curar sus heridas mentales antes de la matanza de sus enemigos mediante la automedicación con hachís, lo que les permitio abrazar a sus futuras victimas en sus corazones. No como otros pero como hermanos.

Ambos documentos describen el uso integrado del cannabis en dos contextos completamente diferentes, con fines distintos pero con la misma conclusión: el consumo de sustancias prohibidas por parte de adultos es posible si el regulador respeta los objetivos del usuario adulto, es decir, la curación de la mente y el cuerpo.

Versión 02, 28 de noviembre de 2024
por el Drugs Peace Institute

 

 

 

Drugs Peace Institute  –  Stichting, Kamer van Koophandel Utrecht, Nederland, KvK 41213130.  www.drugspeaceinstitute.org